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Foto: José Jordán |
Después de dieciséis parones de Liga por las selecciones nacionales, por fin el Celta ha logrado vencer en el partido tras dicho parón, superando una peligrosa estadística que, sin ser preocupante ya que no era más que una anécdota, si que empezaba a dar cierto mal fario. Mucho más si tenemos en cuenta que el siguiente partido tras el parón de noviembre es el derbi en Riazor.
En esta ocasión hubo que esperar al tiempo de descuento para que el Celta se llevase una victoria que mereció, igual que también la mereció en el último partido ante la Unión Deportiva Las Palmas, también tras un parón y con el Celta en superioridad numérica. En aquella ocasión se dejó remontar un 3-1 y no fue capaz de rematar el partido en los últimos minutos.
Ayer, en circunstancias similares, vio como el Villarreal igualaba el marcador con un jugador menos, y el transcurrir de los minutos hacía pensar que se repetiría la misma historia que ante los canarios. Tuvo que aparecer Orellana, bien secundado por Nolito, en los instantes finales para poner las cosas en su sitio y dar una victoria a los céltico que les sitúa en lo más alto de la tabla, y que hace olvidar esta maldición, absurda para muchos.
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