La Otra Crónica: fin de fiesta


Foto: Jose Jordan
Desapareció el sueño Europeo más pronto de lo que todos hubiésemos querido. La realidad se interpuso en nuestro camino y el Celta no jugará la temporada que viene en Europa. ¿Merecido? Es algo imponderable, invalorable. La única realidad medible es la del esfuerzo y en ese caso a este equipo nunca le ha faltado el último gramo de energía por gastar en cumplir el sueño. Nunca, en los 38 partidos que dura esta Liga, se ha percibido que los jugadores o el entrenador hayan bajado los brazos.

Incluso cuando se visitaron campos impropicios, de aquellos equipos mal llamados ‘grandes’, el Celta nunca se arrugó. Fue el caso de la última entrega de esta aventura en un Mestalla inexpugnable esta temporada. Tan solo el Barcelona ha conseguido arrancar los tres puntos del campo de un Valencia que ha sido una de las sensaciones de la temporada. Y el Celta, con sus armas y jugándose una mínima esperanza de viajar por el viejo continente la temporada que viene, a punto estuvo de hacerlo también.

Salió Berizzo con los habituales más Tucu Hernández y Álex López. Un equipo de garantías para suplir la importante baja de un superlativo Augusto Fernández, sin duda uno de los puntales de esta exitosa temporada. Y las cosas se pusieron de cara bien pronto: sería precisamente el Tucu, uno de los mejores jugadores del partido, quien abriese el marcador reivindicándose con extraño remate a la salida de un córner botado por Nolito. ¡Milagro! Una jugada ofensiva a balón parado que tenía final feliz para los celestes.

Y lo cierto es que esa primera parte fue en casi su totalidad de los visitantes. Manejó el balón el equipo vigués y suyas fueron las llegadas más inquietantes, restadas por una falta de acierto en el último pase o en la decisión final que se arrastraría para el resto del partido. El Valencia, por su parte, a trompicones. Empujando cuando podía pero muy bien frenado por la zaga céltica. A tenor de las sensaciones de uno y otro, más cerca estaba el 0-2 que el empate local.

La segunda parte ya fue otro cuento. Los de Nuno pusieron toda la carne en el asador y su juego fue ya más constante. Al larguero la envió de cabeza Otamendi y precisamente sería el central ché el que establecería el empate. Fallo garrafal de Sergio, el gato al que ha de perdonársele todo tras su buena temporada, y el 1-1 que subía al marcador. Fiero a por la victoria, Nuno introdujo a Negredo en el campo jugando con dos puntas, a lo que Berizzo, con pericia y buen criterio, reaccionó situando a tres centrales que esta vez sí funcionaron. Fue a partir de ese movimiento cuando el Celta volvió a ser amo y señor. Krohn-Dehli se clavó en el pivote y el balón fue vigués. A la contra y con veloces conducciones pudo adelantarse el Celta, pero una vez más falló la precisión en el pase, sobre todo por parte de Nolito y Orellana.

No había tiempo para más y el carrusel de la penúltima jornada dejaba resultados malos para nuestros intereses. El sueño europeo, quizá demasiado tardío, se esfumaba. Pero no el orgullo ni las ganas de seguir mejorando. Empatar contra este Valencia, pudiendo incluso ganarle, es un resultado que ha de dejar satisfecho a la parroquia olívica. No es para menos, la salvación fue este año tan holgada que hubo de pensarse en otros objetivos antes que en el peligro del propio pescuezo. ¿Qué más se puede pedir, de momento, a este humilde equipo? Este fin de semana toca cerrar el telón y despedir a uno de los grandes futbolistas de nuestra historia. ¿cabe otra cosa que no sea disfrutarlo?

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