La Otra Crónica: Europa siempre estuvo allí


Foto: Salvador Sas
Siempre estuvo el viejo continente donde lo habían dejado. Y siempre lo avistó el Celta con humildad y tranquilidad, con la templanza de aquel que no se sabe favorito ni por la clasificación ni por la concepción de su temporada. Si el barco llega a buen puerto, bienvenido sea. Pero si no lo hac, ¡bendito final!

Salvados ya más que matemáticamente a falta de cuatro jornadas por disputarse, lo que queda es un premio. Los jugadores, competitivos, lo persiguen con ahínco pero sin presionarse. Qué bien demostrado quedó el miércoles pasado en Balaídos, contra un Málaga que es un muy buen equipo. Salieron los del Toto Berizzo convencidos de poder ganar, con las únicas novedades de Charles y Pablo Hernández en lugar de Larrivey y Santi Mina. La primera media hora, pura ambición. Los vigueses se comieron a los malagueños con una presión inteligente y constante. No hubo excesivas ocasiones, pero el peligro se palpaba.

Claro que el equipo de Javi Gracia, aunque en mala racha, está en donde está por algo. Gran trabajo del técnico navarro, que es un gran pensador táctico y lo aplica a un equipo de jóvenes jugadores que lo siguen hasta el fin. Descubierta y aguantada esa presión de la que hablábamos, juntó líneas el Málaga y bebió de esa fuente inagotable llamada Amrabat. El Celta se hizo cada vez más largo y fue, poco a poco, perdiendo el balón.

La contienda, por lo tanto, se igualó. Poco a poco el ritmo fue decreciendo por interés del equipo visitante y el partido, en muchas fases de la segunda parte, se tornó incluso aburrido. Pero fue bonito en cierto sentido porque fue una lucha de dos buenos equipos. Bien entrenados, con las ideas claras, honestos en sus planteamientos. La balanza podía inclinarse hacia cualquier lado y lo raro es que no hubiese más goles. Un Nolito estelar sirvió a sus compañeros multitud de balones tras eslálons de ensueño pero estos marraron las ocasiones más claras. Especialmente ese doble cabezazo, con doble madera incluida, de Charles y el Tucu Hernández.

Cuando ya todo agonizaba y al Málaga le valía el 0-0, surgió lo inesperado. Una jugada de Santi Mina, que a trompicones se metió en el área y a trompicones consiguió centrar, fue mal despejada por la defensa andaluza llegando el balón a Manuel Agudo. Con sangra fría, el gaditano relanzó las opciones célticas de viajar la temporada que viene por Europa. Balaídos estalló en éxtasis y la sonrisa durará hasta el lunes próximo. Qué bien sienta ganar así, en los últimos metros, como si de una photo finish se tratase.

Esperemos que no sea demasiado tarde. Que el Celta, con su gran juego, consiga encaramarse a esa séptima plaza que quizá de acceso a la Europa League. Quedan cuatro partidos, dos de ellos francamente difíciles, y el problema es no depender de uno mismo. Pero si de algo no podemos dudar en la grada es del compromiso de estos jugadores. De sus ganas de competir. De su afán por la victoria. Solo falta que los acompañemos y consigamos esa pizca de suerte extra. ¿Quién nos impide soñar?


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