El partido 239


Foto: Marta Grande
Del 29 de octubre de 2003 al 17 de mayo de 2014. Ese es el tiempo que pasó entre el primer partido de Oubiña con el Celta en Liga y su último encuentro. La casualidad ha querido que ambos encuentros tuviesen como escenario el mismo estadio, y no es Balaídos, sino Mestalla. El estadio en el que Oubiña debutó en la máxima categoría y el que puede ser su último partido en la élite. Antes había jugado un partido de Copa del Rey en Pasarón, pero su puesta de largo en la liga tuvo lugar en el estadio ché. 

Más de diez años como profesional del primer equipo, y 238 partidos oficiales defendiendo la camiseta del Celta. Solo 21 jugadores han vestido más veces la celeste a lo largo de los más de noventa años de historia del club. Demasiado para dejarlo ir sin más. No descubriré nada si digo que siempre he sido un admirador de Borja Oubiña en lo futbolístico, que es lo que nos interesa. He admirado su fútbol y la bandera que portaba: La cantera. 

Por supuesto que ha habido otros jugadores que me han caído mejor, más simpáticos, pero pocos en mis años como aficionado celeste me han impactado tanto en lo deportivo como este mediocentro de imponente figura que siempre pareció mucho más mayor de lo que realmente era. De su mano el Celta logró el ascenso en 2005, y la clasificación para la UEFA al año siguiente, siendo un referente para aquel equipo a pesar de su juventud. El descenso, la lesión, la larguísima recuperación, fueron piedras en el camino de un Oubiña que llegó a tiempo para ser clave en otro ascenso. El último. 

A Oubiña las fuerzas le han fallado. Ha tenido que superar demasiadas cosas, y lo ha hecho con la naturalidad de quien juega como si tal cosa. Durante los últimos años, a pesar de que apenas se le notaba, Borja sufría como un perro en el campo y fuera de él. El fútbol de élite era un martirio para sus rodillas, y dijeron basta. Su aspecto frío, y su apariencia tranquila, escondían una realidad que nos hace reflexionar sobre lo insano del deporte de primer nivel. 

El partido 238. En Mestalla. 

Su retirada parece estar más cercana que nunca, y me duele pensar que se va a ir sin una despedida tan solemne como merece. Me duele echar la vista atrás y pensar que aquel partido de mayo de 2014 en Mestalla pueda ser el último de Borja con la camiseta del Celta. Me duele no haberlo sabido para aplaudirle desde el minuto uno al minuto 90. Me duele que no tengamos la ocasión de darle el homenaje que se merece como jugador en activo, no como una reliquia retirada que vuelve al campo por un día para su partido de homenaje. 

Me duele que no haya un partido 239 de Oubiña con el Celta. Un partido en el que todos seamos conscientes de que será el último. Su adiós como futbolista, su despedida como profesional y su bienvenida a otras facetas. Tal vez, y digo tal vez, debería ser convocado este sábado ante el Espanyol. Y tal vez, y digo solo tal vez, podría saltar al campo de forma testimonial. Merece un partido 239. Merece nuestro último aplauso. Nuestro agradecimiento. Al menos el mío. 

El niño que portaba con orgulloso la celeste

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