Cuando hablamos de reparto, o repartir algo, siempre lo hacemos pensando en esa forma solidaria de compartir un todo en partes, generalmente iguales, o al menos muy similares, especialmente si hablamos de un grupo de personas o entidades que pertenecen a una asociación. Eso sería lo lógico, y por eso cuando hablamos de repartirse el pastel de los derechos televisivos, hablamos de “reparto”, aunque en realidad deberíamos buscar otra palabra que se adapte más a la realidad.
La actual situación en cuanto a los derechos televisivos nos deja un panorama en el que dos equipos copan prácticamente el 50% del total de ingresos de los clubes españoles en este concepto. La Liga, formada por 42 clubes, 20 de Primera y 22 de Segunda, ha peleado en las últimas fechas por la venta centralizada de los derechos de televisión, para conseguir a cambio un reparto más justo y equitativo de los mismos, pero cuando ya lo han conseguido comienzan a filtrarse las condiciones para el reparto y vemos que la situación sigue siendo bastante parecida a la anterior, pero con la esperanza de conseguir más dinero.
Es decir, si logran vender el producto más caro, que parecía el único objetivo, los clubes pequeños cobrarán más, pero la brecha con los grandes seguirá siendo enorme, casi igual que en la actualidad, lo que permitirá a Madrid y Barcelona seguir aumentando su monstruoso tamaño y veremos en las próximas temporadas como algo habitual que ambos equipos estén cerca de los 100 puntos, anoten más de 100 goles, y goleen a sus rivales con frecuencia. En definitiva, este nuevo “reparto” no será la solución al gran problema de esta aburrida, desigual y poco solidaria Liga.
Para los clubes pequeños ingresar más dinero puede parecer una solución a corto plazo, que será muy bien recibida por aquellos que tienen más deudas, pero en la práctica no solucionará nada. Más bien al contrario. Tener más dinero solo provocará una inflacción en los precios de los traspasos y las fichas de los jugadores, que serán los principales beneficiados. Los clubes con deudas deberán elegir entre pagar lo que deben o ser competitivos, y elegirán, como siempre, lo segundo, generando mayores problemas económicos. La contención salarial actual desaparecerá y los jugadores exigirán más dinero, achicando las economías de los más pequeños.
Ya sucede en la Premier League, donde cualquier jugador de medio pelo cobra un millón de euros y cualquier traspaso entre clubes ingleses arroja cantidades sonrojantes, y están camino del estallido de la burbuja del fútbol, aunque el contrato televisivo que han firmado es galáctico. Eso también sucederá en España. Algunos se beneficiarán, si saben jugar sus cartas, y otros acabarán acudiendo a la ley concursal, si es que están a tiempo. Pero lo realmente importante y necesario, que era cortar la injusta brecha entre los grandes y los demás, no se logrará, y será una losa para el crecimiento de una Liga que no se vende en conjunto, sino en egoístas porciones blancas y azulgranas. Cambiaremos, pero seguiremos igual.
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