Hay una máxima en el fútbol español que se repite cuando un equipo es agraviado por las decisiones arbitrales. Al final de la temporada lo que te quitan queda compensado con lo que te dan. Con Velasco Carballo el Celta tiene el debe lleno de anotaciones y con la última que aún duele en las gradas de Balaídos. El piscinazo de Víctor que se comió en el Elche-Celta fue tan palmario, sumado a los errores que ya traía de encuentros anteriores, parece que pesaba en la conciencia del colegiado.
El equipo de Berizzo y el árbitro madrileño volvían a cruzarse tras aquella trágica noche. Y las ganas de compensar aquel error pesaron en el internacional. Primero no dudo en señalar la pena máxima en una caída de Larrivey que Cristiano Ronaldo debió aplaudir en pie en el salón de su chalet de La Moraleja. El asistente decidió arreglar el desaguisado.
Minutos más tarde no dudó ni un segundo en apuntar al punto de penalti tras el derribo de Santi Mina por Didac Vila. En este caso acertó, pero hemos visto como jugadas idénticas no eran consideradas falta y sólo un casual tropiezo entre defensa y atacante. El árbitro haría la vista gorda y "jueguen, jueguen" que gusta decir el ínclito Rafa Guerrero. Pero ayer la conciencia de Velasco jugó. Una lástima que el arbitraje español actúe tantas veces de igual forma.
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