12 minutos de silencio para la reflexión


Foto: FDV
Cuando Manucho marcó el primer gol del partido a los 22 segundos no enmudeció a Balaídos, porque ya estaba mudo. Apenas un pequeño sector animaba al equipo que encajaba un golpe terrible nada más comenzar el encuentro. Tampoco hubo reacción cuando Sergio salvó el segundo un par de minutos después, pero estalló de júbilo con el tanto de Larrivey. Fue una pequeña tregua en los doce minutos primeros de silencio impactante. 

Algunas peñas del Celta decidieron llevar a cabo esta peculiar forma de protesta contra lo que ellos consideran una opresión por parte de la LFP. Las quejas sobre las medidas tomadas por la Liga para acabar con una violencia que nunca existió en Balaídos desesperan a aquellos que se consideran señalados en la lucha contra la violencia en el mundo del fútbol. 

Ninguna de las peñas que ayer apoyaron la iniciativa se han caracterizado por su carácter violento en un estadio, sin embargo reciben el mismo trato que los más radicales. Desconocemos si lograrán algo con esta medida, o tan siquiera si Tebas se ha enterado de lo que han hecho. Tampoco creo que le importe mucho, pero al menos los ampara el derecho a la protesta. 

El fútbol español se ha empeñado en demonizar a los grupos de animación, pero los 12 primeros minutos de ayer, de silencio sepulcral cuando el equipo más lo podía necesitar, evidenciaron la necesidad de que alguien tire y empuje al resto del estadio.  Es fácil hacer la ola y cantar la rianxeira cuando el marcador señala un 6-1, pero es más difícil levantarse de los asientos y juntar las palmas cuando las cosas se tuercen. Podemos ir a Balaídos a animar, a disfrutar del partido en silencio, o incluso a protestar contra todo, pero no criminalicemos a quien disfruta el partido de otro modo.  Así pues, además de la protesta contra Tebas, esos 12 minutos de silencio también deben invitar a la reflexión del celtismo. Todos somos necesarios. 

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