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| Foto: LOF |
Pablo Hernández parecía haber caído en desgracia para Berizzo, que no había contado con él en las últimas fechas, otorgándole apenas algunos minutos, casi siempre con el reloj a punto de señalar el minuto 90. Su ausencia databa desde el partido frente al Getafe, que casi le cuesta el puesto al “Toto”. Tampoco la afición comulgaba con el rendimiento de un futbolista por el que el Celta pagó más de un millón de euros, y que no parece estar cumpliendo las expectativas.
Ayer, sin embargo, el Tucu era lo que necesitaba el equipo, y su entrada revitalizó a los célticos, que atravesaban su peor momento en un partido en el que ya debían ir ganando por varios goles de ventaja. El internacional chileno dio pausa cuando fue necesario, e hizo correr al equipo cuando lo precisaba. Retomó el Celta el mando del juego con su entrada al campo, e incluso provocó un penalti finalmente no señalado. Además, participó en la jugada del gol, con una sangre fría que heló el corazón de todos los celtistas. Tardó, pero tomó la decisión correcta. Y tres puntos para Vigo.
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