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| Foto: LFP |
Eduardo Berizzo tenía claro como ganarle al Levante. Lo anunció en la previa, señalando al juego combinativo, la posesión y la creación, como principales armas para imponerse a los granota. Anunció que el Celta jugaría a lo que sabe, que tendría personalidad, y así fue. Esa personalidad mostrada por el Celta, que dio un recital de juego y fútbol ofensivo, se echó de menos en episodios precedentes de la presente Liga.
El preparador argentino ha abusado en exceso de fijarse en los demás, por encima de su equipo. Lo hizo en Villarreal cuando salió con un equipo armado con cinco defensas y tres centrales, que terminó encajando cuatro goles. ¿Qué hubiera pasado si el Celta se olvidase de los dos delanteros con los que juega el Villarreal y saliese a jugar imponiendo su personalidad? Tal vez saliese goleado, no lo sabemos, pero lo cierto es que con tres centrales ese fue el resultado.
Ante el Atlético de Madrid se vio a un equipo valiente, que fue a por el partido desde el primer minuto, y que encontró el premio de la victoria ante un equipo que venía de golear al Real Madrid. La personalidad le ha dado muchos réditos a este Celta, entre otras cosas porque es uno de los equipos que mejor fútbol practica de la Liga, y porque cuando se pone a mover el balón, muy pocos son los equipos capaces de arrebatárselo.
Defender con balón, o como ser un equipo seguro con más hombres ofensivos. En principio puede parecer una contradicción, pero al fútbol, como diría Johan Cruyff, solo se juega con un balón, y mientras lo tengas tú no lo tiene el rival. La personalidad mostrada por el Celta ayer se echó de menos en otros partidos, incluso aunque eso no garantizase que el resultado fuese distinto al finalmente cosechado. El orgullo de una afición que ve a su equipo dominando, mandando y decidiendo hacia donde va un partido, es un logro alcanzado por el Celta de Berizzo que no debe olvidar el argentino. Él ha trazado el camino, y no debería desviarse un ápice.
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