Nolito ocupa el lugar de Aspas en el corazón del deportivismo


Foto: Ricardo Grobas
Nolito ha ocupado el lugar que anteriormente ocupaba Iago Aspas en el corazón del deportivismo. El moañés, excesivamente vehemente, era el jugador más odiado en Riazor cada vez que el Celta acudía al estadio herculino. Y no es que se haya olvidado a Aspas, porque hay amores y odios inolvidables, pero Nolito pareció ser el pasado sábado el objeto de los odios más íntimos por parte del deportivismo. 

En A Coruña recuerdan que el andaluz celebró con exceso el gol anotado el pasado mes de agosto en Pontevedra, durante el amistoso que ambos equipos jugaron. En aquella ocasión también ganó el Celta por dos goles a cero, y cuando le tocó a Nolito celebrar el suyo lo hizo ante la afición rival, enseñando su camiseta al fondo blanquiazul. Tampoco gustó que en el derbi de Balaídos Nolito hiciese lo propio en la zona deportivista tras marcar su primer gol. 

Así que el sábado era el objetivo marcado inicialmente por muchos. Buscaban desestabilizarlo, ponerlo nervioso, molestarlo en definitiva. Pero claro, Nolito no es Aspas. El andaluz juega con un tapón en los oídos. No le molesta lo que ve ni lo que oye. Por la semana respondió con elegancia ante las palabras llegadas desde A Coruña, acerca de la supremacía del fútbol gallego, y en el campo también lo fue. Al menos fue inteligente. Nolito fue a lo suyo, a ganar el partido. Se enzarzó con varios jugadores, cuando la desesperación de Lucas Pérez mostró los miedos del árbitro, pero fue apenas un instante. Nolito estuvo contenido, y habló sobre el césped. Justo lo que le pidió a Ínsua durante la semana. 

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