La Otra Crónica: en tierra yerma


Foto: Mariano Pozo
Atraviesa el Celta del Toto Berizzo la peor racha de la temporada (y de los últimos años) con cuatro derrotas consecutivas y 0 goles a favor. Un dato que, fríamente, resulta poco menos que apocalíptico. Sin embargo el sábado pasado, para quien viese el partido (que me temo que fuimos los celtistas y pocos más), la realidad se aleja un poco de la estadística en un deporte que no se puede explicar desde el número. El Celta marcó dos goles, pero Del Cerro Grande decidió anularlos de forma incomprensible. ¿Ausencia de gol? No, ausencia de vergüenza arbitral.

Porque lo cierto es que durante los veinte primeros minutos del encuentro el Celta dio su mejor versión. El míster argentino dio la alternativa en el once a Charles y Santi Mina por Nolito y Larrivey, quién sabe si pensando en el partido de Copa del martes o por convicción y confianza en sus jugadores. Porque también, en un ejercicio de ‘luchismo’, le dio la manija del encuentro a Krohn-Dehli desde el pivote defensivo. Así, el Celta multiplicó exponencialmente su dominio del balón y sus ocasiones en campo contrario a pesar de sufrir más en la transición defensiva por la ausencia de Radoja.

El Málaga hizo su partido, el que ya un buen puñado de equipos llevan haciéndole al Celta desde el curso pasado: esperar y cortar el juego con presión alta cada vez que los lanzadores celestes cruzaban el medio del campo. Y si además cuentas con la complicidad del árbitro, la táctica ya es redonda. Muchas faltas, pocas de ellas sancionadas con tarjeta y un montón de interrupciones que protegieron el buen cabezazo de Samu tras fallo en la marca de la zaga viguesa. Mismas sensaciones, por lo tanto, que ante el Eibar y el Rayo Vallecano. El Celta dominó el partido, cometió un par de errores y se fue con el saco vacío.

Porque esta vez no se puede hablar de falta de acierto de cara a puerta. Dos golazos metió Charles y dos golazos son los que el trío arbitral (entre ellos ‘el mejor asistente del mundo’ según ese chiste televisivo que es Iturralde González) decidió anular por gracia divina. Y no solo eso, sino que también mereció la expulsión Rosales por piscinazo ‘Cristiano Ronaldo Style’ al poco de finalizar la primera parte. Del Cerro, que ya estaba dispuesto a tarjetear, se acordó de que el jugador malagueño ya tenía amonestación y puso en práctica la táctica del avión. El rasero, siempre tan diferente dependiendo de si el Celta está o no en la ecuación.

Bien es cierto, por otra parte, que el equipo vigués atravesó un buen puñado de minutos de desconcierto tras el gol. En la reanudación sí que retomó la manija pero quizá era ya demasiado tarde para derrumbar el muro impuesto por Kameni. El Málaga pudo sentenciar, pero allí estaba el Gato de Catoira una vez más para engrandecer su figura. Porque en la otra portería, por mucho que el balón llegase a las redes, ya estaba en ellas el árbitro para decir que no. Para sembrar el caos en una tierra, la andaluza, que el año pasado se le dio tan bien a los olívicos y que este año está siendo más yerma que nunca. Precisamente contra un equipo andaluz, el Almería, juega el Celta el viernes que viene. No urge marcar, como muchos se empeñan en asegurar por ahí. Urge ganar y punto.

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