La efectividad que faltó ante el Villarreal


Foto: Fernando Gómez
El de ayer en el Nuevo San Mamés no fue el mejor partido del Celta, al menos en el aspecto ofensivo. Hubo, eso sí, muchísima intensidad y una entereza física que pone de manifiesto que están olvidados los problemas físicos de las primeras jornadas. Entonces, el Celta no medía su fuerza y se vaciaba en los primeros 45 minutos, quedando a expensas del rival. El equipo ha sabido dosificar esfuerzos para llegar entero a los minutos finales, algo que se demostró muy efectivo en Elche, y también ayer, con un Celta más pletórico en los minutos finales que su rival. 

Y eso que en el arranque estuvo a merced de un Athletic que salió "de malas", como diría Berizzo, buscando el gol de la victoria y la sentencia en los minutos posteriores. El Celta poco podía hacer entonces, incapaz de superar la presión rival, y sin apenas poder trenzar acciones con el balón. Pero la gasolina le duró al Athletic media hora, y el Celta salió vivo y dispuesto a dar guerra. Se rehizo y llegó al área contraria, pero sin generar ocasiones reales de gol. Ni un solo disparo en toda la primera mitad. 

En el arranque se mantuvo la tónica, pero el Celta fue creciendo con el paso de los minutos, aprovechando la ventaja que le daba estar más entero en lo físico. Berizzo puso toda la carne en el asador con la entrada de Pablo Hernández y Charles, y fruto del dominio llegó la primera gran ocasión, que Nolito se encargó de transformar en gol. Era el primer disparo del Celta de todo el partido. Y estábamos en el minuto 73. 

La estadística habla de una clara superioridad rojiblanca en disparos y tiros a portería. El Celta realizó dos disparos, ya que Nolito tiraría, por encima del arco de Iraizoz, unos minutos después. El meta local no realizó ni una sola parada en todo el partido, mientras que Sergio tuvo que emplearse hasta tres veces, alguna con mucha dificultad. Todo lo contrario que lo sucedido hace dos semanas, en el último partido de Liga, con un Celta volcado sobre la meta contraria sin suerte para el gol. 

Toda la efectividad que faltó aquel día, sobró ayer en San Mamés. Un tiro a portería, un gol. Efectividad plena para un equipo que sigue sacando más provecho a sus llegadas lejos de Balaídos que en terreno propio, demostración tal vez de que juega mejor con espacios que con el rival replegado. Con menos jugadores, mayor claridad y más efectividad. Parece sencillo, pero no es fácil. Solo falta aunar el dominio del juego, la posesión y  la efectividad para encarrilar una temporada que promete ser muy ilusionante. 

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