El "gato" saca las uñas


Foto: Alberto Martín
Llegaba Sergio al Vicente Calderón con la sombra de los tres primeros partidos de Liga, en los que no había podido mostrar las virtudes que adornaron su juego la pasada temporada, cuando Luis Enrique le dio alguna oportunidad, bien sea en Copa, o en los partidos de Liga una vez que se resolvió la permanencia. En aquellos encuentros, el de Catoira se había mostrado casi infranqueable bajo la portería céltica, convirtiéndose en uno de los jugadores más destacados en las últimas jornadas del campeonato. 

La marcha de Yoel este verano, y la pujanza de Rubén Blanco, pusieron en duda su titularidad entre un amplio sector de la afición, que no acababa (acaba) de ver en Sergio un meta digno de una portería de Primera División. Esas voces se habían acentuado en la última semana, especialmente tras su actuación ante la Real Sociedad, donde combinó paradas salvadoras, con errores que propiciaron la remontada del equipo vasco. 

Ayer volvió "El Gato de Catoira", y lo hizo por la puerta grande. El mejor Sergio volvió a aparecer para atrapar un punto de oro para el Celta gracias a sus meritorias intervenciones, especialmente en la segunda mitad, donde soporto como pudo el acoso y derribo de los de Simeone. Sergio realizó paradas de todo tipo y color. Muy bien con los pies, cual portero de balonmano, sacando varios goles casi cantados, pero también en balones altos, como un centro chut de Koke que se envenenó de forma letal. 

Además, mostró cierta jerarquía en los balones aéreos, su auténtico talón de aquiles, como también lo era de Yoel y de la mayor parte de guardametas de nuestra Liga. En la segunda mitad salió con los puños a despejar varias faltas botadas por los atléticos, lo que tranquilizó a su defensa, que se sintió más arropada. Cuando no salía de su meta, respondía muy bien, parando todos los balones y atrayendo de forma mágica hacia sí todos los disparos colchoneros. 

Un gran partido de Sergio que despeja cualquier duda sobre su calidad para defender la portería del Celta. Tendrá días mejores, y otros peores, pero es un guardameta de garantías suficientes. Rubén Blanco tiene en él un buen espejo en el que mirarse, para seguir aprendiendo y, sobre todo, un gran ejemplo de superación y mejora constante. 

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