El derbi de sus sueños


Foto: Jose Lores
El derbi de Balaídos concentra la atención del celtismo, aunque en diferentes escenarios: estadio, televisor y cama. Porque la Liga, con su decisión de emplazar el encuentro a las 22.00 horas, dificultad el viaje de los hinchas lejanos, tanto célticos como deportivistas, y frustra cualquier opción de que los niños puedan presenciar el choque -aunque fuese difícil en cualquier segmento horario, siendo entre semana-. Los celtistas más pequeños cerrarán los ojos antes de que silbe el árbitro y preguntarán enseguida cómo ha quedado el derbi cuando los abran.

"En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol", sostiene el escrito uruguayo Eduardo Galeano. Pablo Sandoval, personaje de "El secreto de sus ojos", abunda en la teoría. Ha descubierto cómo localizar al asesino que él y su compañero Benjamín Espósito buscan desde hace tiempo. De sus cartas ha deducido que es hincha de Racing, a uno de cuyos partidos irán a cazarlo: "El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín. No puede cambiar de pasión".

No se puede, en resumen, apostatar de la militancia futbolística que uno escoge de niño. La primera decisión que se toma para toda la vida, la primera condena a cadena perpetua, y por muy variopintas razones, a veces incluso contra la herencia paterna. Porque una imagen nos fascinó o un familiar contestario nos regaló aquella camiseta que nadie más compartía. Se es por seguir la corriente o contra ella. Se es incluso sin saberlo, como le sucede a Dana, la más pequeña del medio centenar de niños que se reúnen en Balaídos. Nació hace dos meses y medio. Tiene abono céltico desde que vio la luz. Esta noche, si algún ruido la remueve en su cuna, será quizás el eco televisivo del primer derbi que se disputa existiendo ella.

El Celta es una emoción transversal. Atraviesa clases sociales. Cose generaciones. Celtistas de todas las edades aguarda con expectación el derbi. Del niño más pequeño con uso de razón al anciano de buen manejo. De Lucas González Cid, por ejemplo, de 5 años, convencido del triunfo céltico, a Basilio Ferreiro Boullosa, de 98, que advierte que el Deportivo planea una salida fulgurante que habrá que contener. Abonados ambos, Lucas y Basilio, el segundo con el número 1 en su carnet.

Niños y adultos celebrarán o se lamentarán, aunque en distintos tiempos. El presidente del Celta, Carlos Mouriño, hablaba de la ubicación del derbi en martes y a las 22.00 horas: "Preferíamos una gran fiesta del fútbol gallego, que todos pudiésemos estar juntos un sábado por la tarde o un domingo por la mañana, pero no podemos hacer mucho más. La Liga manda".

La hora tardía limita el número de aficionados lejanos, tanto propios como del Deportivo, que viajarán a Balaídos. E impedirá que los niños puedan presenciar el encuentro. Cuando comience, ya estarán en cama. Será literalmente el derbi de sus sueños. Se dormirán deseando que al día siguiente, al despertar, el Celta haya ganado.

Armando Álvarez / Faro de Vigo

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