![]() |
Foto: Celta |
El Celta maravilla. El equipo ha crecido según el plan previsto por Berizzo y encara el inicio de temporada como una obra culminada, lista para entregar a sus propietarios. Para entrar a vivir, se dice en tales ocasiones; para entrar a soñar es el caso. Asusta incluso tal nivel de perfección de forma tan prematura. Difícilmente puede uno imaginarse un mayor crecimiento.
Porque el equipo aprobó ayer con nota la materia de la que aún debía examinarse. Berizzo edificó una alineación muy distinta a la que venció al Deportivo. Dejó en el banquillo a los más destacados de la pretemporada. Concedió los primeros minutos a Radoja y Augusto. Y el equipo, aunque sin tanta chispa, fue igual en la esencia: presión, presencia, poderío, afán combinativo, equilibrio. Es la seña de que algo grande puede estar incubándose en el laboratorio alquímico de Berizzo, que a mediados de agosto ha sido capaz de moldear ya una criatura con una personalidad perfectamente definida.
Radoja centra las miradas en los primeros instantes. Es de la fisonomía de Madinda y aún la de Mazinho como expresión perfecta: piernas gruesas, punto de gravedad bajo, tranco corto, buen manejo y dinamismo. No habla, pero ya entiende. Compensa las imprecisiones del recién llegado con mucha agresividad en la recuperación. Balaídos le premia el esfuerzo. Su intensidad contribuye a mantener el atrevimiento de la escuadra en la presión.
Sólo Álex López, Fontás y Jony repiten del once inicial de Pasarón. Este Celta de meritorios no tiene la verticalidad que exhiben los preferidos de Berizzo. Le falta un punto de pausa en la construcción. Pero aprieta igual. Conserva sistemas y rutinas. En el minuto 6 el balón le llega a Mina en el pico izquierdo del área como le suelen llegar a Nolito y Mina, como Nolito, le da el efecto curvo que lo lleva a las mallas.
En instantes de avalancha, un visitante salvará bajo palos el remate a bocajarro de Sergi Gómez: un central culminando una triangulación de ensueño con Madinda y Mina dentro del área. Mallo y Jony se descuelgan hasta la garganta del Cagliari. Augusto ofrece su eterna mezcla de calidad y sudor. El Celta se gusta y gusta a las gradas. "Fútbol de salón", cantan.
Falta quizás el incentivo emocional que ayudó a mantener la tensión competitiva durante todo el derbi. Ciertas intermitencias célticas permiten respirar en defensa a los sardos. En ataque, se asoman poco y mal. La estructura celeste no vacila en esto. Del Celta de Berizzo se está destacando mucho el juego alegre. Pero es una alegría que se construye sobre la seriedad. Se divierten porque antes se han garantizado el alimento que sacie su hambre. De hecho, a veces, cuando a un jugador del Cagliari lo rodean tres célticos, parecen lobos acosando a un cervatillo.
Las ocasiones, si bien no abundantes, van cayendo de forma natural, diriase que impulsadas por una inclinación física de la cancha. Charles tiene dos disparos laterales que no engatilla bien. Álex López tienta a Colombini. Otros prueban desde fuera. El Celta intenta culminar cada jugada para ahorrarse la contra rival. El Cagliari prueba en alguna. Pero los celestes han ido afinando ese repliegue que en los amistosos ingleses les costó varios disgustos. Es, con todo, un riesgo que va en el precio del planteamiento de Berizzo. El balance general del primer tiempo es satisfactorio.
Berizzo, tras el descanso, introduce en la cancha a los hombres más en forma de la pretemporada: Planas, Nolito, Orellana, Krohn-Dehli, Cabral. El Celta prolonga su dominio y lo incrementa. Es igual en el porcentaje de posesión y más afilado en el manejo del balón. Cabral marca al cabecear un córner. Nolito y Orellana asombran. Charles no está certero en el remate, pero al menos provoca el penalti que Orellana convierte. Nolito deja después la acción que lleva su sello: recorte hacia el interior y trallazo. En un cuarto de hora el Cagliari, que al menos se sostenía con dignidad en el inicio, queda desmadejado, roto. Se libra de milagro de una goleada a lo Benfica en Balaídos. Y no es que el Celta haya forzado en exceso. No se le aprecia un esfuerzo exagerado. La escuadra trabaja mucho y bien pero con naturalidad. Todo encaja como cortado a medida. Todo se hace según el patrón ensayado.
Es cierto que el Cagliari, como buen equipo de Zeman, fue atrevido y blando (en el único pique, con Ibarbo, Cabral se fue expulsado). Y que sólo la Liga resolverá cuánto tienen que ver estos laxos adversarios con la insolente plenitud del Celta. Pero incluso esto puede tomarse como un buen síntoma. El equipo no concibe amistosos ni le importa lo que el rival prefiera. Esa será su actitud ante el Getafe, que tasará la realidad de esto que a veces parece un sueño.
0 comments:
Publicar un comentario