Roberto Lago y la pequeña celtista


Foto: Kiko Viñas
Con mucha frecuencia entre el celtismo, y seguramente entre el resto de las aficiones, se produce una extraña competición sobre quién quiere más a su club, y tendemos con cierta facilidad a menospreciar el cariño que otros aficionados tienen por el equipo. Si además la comparación es con futbolistas, no existe ninguna duda. El profesionalismo se asocia inequívocamente con los mercenarios que defienden una u otra bandera en función del pagador. 

Es cierto que el fútbol profesional ha arruinado el romanticismo en el mundo del fútbol, pero prácticamente ninguno de lo que ahora mismo vamos a Balaídos o seguimos al Celta del modo que sea, ha conocido el balompié de otro modo. Los futbolistas son personas cuya profesión es el fútbol, y toman decisiones influídos por deseos personales, pero también sometidos a una gran presión de un entorno que intenta sacar el mayor jugo posible a sus carreras. 

Representantes, familiares, directivos de clubes asesoran y aconsejan a personas, en muchos casos excesivamente jóvenes, para que tomen una u otra decisión. Uno de los jugadores más castigados en los últimos tiempos entre el celtismo es Roberto Lago. El pasado domingo incluso fue silbado por una parte de la afición. No toda, pero sí lo suficientemente numerosa como para que su reacción trascendiese. 

A Lago se le critica su decisión de no renovar por el Celta y firmar por el Getafe, entendiendo que su decisión demuestra su falta de celtismo. Sobre la salida de Roberto Lago se podrían escribir muchas cosas, seguramente más de la cuenta. Es indudable que cobra mucho más en el Getafe, como lo también es que hubiera seguido en el Celta cobrando menos de lo que le ofrecían otros equipos. En muchas ocasiones sucede que nos faltan elementos de juicio para valorar ciertos actos en su justa medida. Tal vez este sea otro de esos casos. 

No sabemos si la decisión de Lago fue la más correcta, es dudoso que su carrera haya mejorado en el Getafe, y que podría haber hecho un esfuerzo aceptando la oferta del Celta. O a lo mejor el Celta estaba haciendo un gran esfuerzo realizando dicha oferta a un jugador que no acababa de encajar en sus planes. Todo son conjeturas, pero lo que muchas veces se pone en duda con excesiva facilidad es el celtismo del jugador. Y terminamos siendo injustos con él. 

Recientemente, el del Calvario ha sido padre de una niña, a la que llamó Valentina. La pequeña es socia desde el día que nació, como hemos hecho muchos otros padres celtistas, y el pasado domingo no dudó en posar con ella en Balaídos, junto al resto de sus compañeros del Getafe. Una mancha celeste en medio del rojo getafense. Roberto Lago es uno de los nuestros aunque juegue contra nosotros. 

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