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Foto: LFP |
Despedida en Mestalla. Lejos de casa y con el objetivo de la salvación bajo el brazo. Sólo faltaba sellar la octava plaza, una meta simplemente estadística. Satisfactoria para quedarse a las puertas de Europa, aunque sin incidencia. Luis Enrique optaba para cerrar el curso por un once plagado de jugadores que no acabaron por consolidarse en su formación inicial.
También era un equipo de despedidas. El entrenador gijonés dirigía su último partido en su etapa céltica. En esa alineación figuraban jugadores que posiblemente no continúen en Vigo la próxima campaña. Es el caso de Aurtenetxe e Íñigo López, dos defensores que han dado profundidad a la plantilla pero que no gozaron de protagonismo por la irrupción de Jony y Gustavo Cabral. La rumorología apunta que Luis Enrique también podría llevarse a Can Barça a Andreu Fontás, su central de confianza en el Celta y en el Barça B.
El resto del once era un reconocimiento al trabajo de cantera. Sergio Álvarez, cuyo futuro también está en el aire, Oubiña, Levy, Álex y Santi Mina eran los inquilinos de un conjunto en el que también estaba Jony. Los otros dos ocupantes eran Nolito y Orellana, quizás dos de las claves del gran final de temporada que ha firmado el Celta.
En las sustituciones hubo oportunidad para Krohn-Dehli, que relevó a un amonestado Álex López, y para Mario Bermejo. El cántabro, otra de las posibles bajas del curso, volvió a mostrar su pugna por cada balón en la última media hora de juego. Al que no se pudo ver fue a Rafinha Alcántara. Luis Enrique decidió agotar los cambios con la entrada de David Costas, otro de los canteranos premiados en el Fútbol Draft. De hecho, el central redondelano forma parte del equipo oro junto a Jony.
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