Día de celtismo de la cuna a la tumba


Foto: Orquesta Panorama
Clement Attlee, líder laborista, derrotó a Winston Churchill en las primeras elecciones tras la Segunda Guerra Mundial. El carisma de Churchill no pudo resistir a la atractiva propuesta que Attlee le presentó al pueblo británico. Prometió protegerlos "de la cuna a la tumba". Y esa sensación de pertenecer a una comunidad que se preocupa por cada uno de sus integrantes es lo que congrega a gente de muy diversa condición en el celtismo. Una familia que mostró ayer su arcoirisado rostro en la fiesta en la que conmemoró sus noventa años de existencia.

El Celta nace de una fusión y ese es un elemento que define su naturaleza. No se creó por generación espontánea, surgiendo de la nada, sino por voluntad de reunir fuerzas dispersas y centrífugas. Aquel proyecto tuvo sus legítimos opositores, que consideraban que la desaparición de Vigo y Fortuna empobrecía el ecosistema futbolístico de la ciudad. Si hubiesen podido disfrutar de la jornada festiva de ayer, quizás admitiesen su error.

El celtismo es un sentimiento transversal que se palpa desde la mañana dominical en la explanada de Tribuna. Abuelos, padres y nietos comparten una devoción que es herencia y a la vez la primera decisión que una toma para lo que le restará de vida. Y para todos hay en la variada oferta que ha preparado el club. Claro que especialmente para los más pequeños, a esas tempranas horas, con hinchables, actuaciones de magia, pinturas, karts...

Los aledaños del estadio estallan en la variada gama que compone la paleta del celtismo. Porque el celeste es también azul oscuro, negro, rojo. Camisetas de diversas temporadas, decoradas con el nombre de los jugadores actuales o de los históricos. Alguno de Real Madrid, Barça y Atlético se cuela en medio y se funde.

De colores entiende mucho el presidente, Carlos Mouriño, que ha vivido en el fútbol lo que va de la más oscura tormenta a estos días rosas. Mouriño y su mujer se encuentran con la mayoría de sus directivos en la cafetería del club: Ricardo Barros, Antonio Rosendo, Carmen Avendaño, Pedro Posada. Los acompaña Atilano Vecino. Por allí andan también el director general, Antonio Chaves, y el nuevo director de la Fundación, Germán Arteta. El mandatario, impopular durante lo peor del lustro en Segunda División, tiene ahora que detenerse a cada paso para fotografiarse con aficionados y conversar con ellos.

Mouriño y Carmen Avendaño han entonado juntos, poco antes, una de las canciones clásicas de A Roda. Que son himnos, además del propio del club que también tocan, porque todo el mundo los reconoce como propios. El tío sigue prometiéndole al sobrino que le hará socio de Río y A Virxe de Guadalupe, por ser buena rianxeira, insiste en meterse en el Celtiña.

Pero también poseen esa consideración de himnos los temas que va encadenando Miguel Costas, exmiembro de Siniestro Total, al final de la actuación con su nueva banda. Son cientos los que bailan con él sobre la tumba, los que promueven la extinción al modo de los trilobites en el mar, exigen al del bar que les diga qué le deben y le reprochan a la mona chica de Barcelona que ay amor, los trate tan mal. DJ Charlie programará otros ritmos y el cantante de Los Cacikes clava los agudos de Axel Rose con Guns&Roses. La orquesta Panorama clausurará el programa, ya de noche tras el encuentro, con su variado repertorio, que ejecutan sobre un impresionante escenario. El Celta admite todos los lenguajes musicales, pieles y procedencias. Lo resume Miguel Costas: "Los del Celta somos gente diferente". Y en esa sensación todos se sienten iguales.

Armando Álvarez / Faro de Vigo

0 comments:

Publicar un comentario