La ley del fútbol


PASCU MÉNDEZ

El que perdona, lo paga. Es una máxima del fútbol que lleva años repitiéndose y al Celta ya le iba tocando sufrirla de nuevo. Tras mes y medio sin conocer la derrota, los de Luis Enrique recuperaron su amargo sabor de la forma más desagradable, tras superar claramente en fútbol a un Elche que vivió toda la segunda parte a merced de los celestes y que encontró oro en los minutos finales con una fantástica acción de Carles Gil.
   
Salió el Celta como acostumbra en los últimos tiempos, apagado, contemplativo, poco incisivo. Fue animándose con el transcurrir del partido, tanto que gozó de alguna que otra buena oportunidad para romper la igualdad inicial. Sufría lo justo, siendo la zurda de Edu Albacar la principal amenaza. Augusto Fernández, el mejor de los visitantes, comandaba una ofensiva céltica a la que le faltaba el desequilibrio de Rafinha, lejos de la elaboración del juego desde su posición de falso nueve.
   
Luis Enrique fue consciente del problema y le puso remedio en la segunda mitad. El hijo de Mazinho retrocedió unos metros y dejó el frente de ataque para Santi Mina. El partido fue otro, y lo que en el primer tiempo había sido igualdad se convirtió en una manifiesta superioridad del Celta, que rondó el área de forma constante, aunque sin acierto. Oportunidades sobraron, pero faltó ese último pase, ese buen centro, esa decisión correcta que decantase la balanza.
   
Todo nacía en las botas de Rafinha, un futbolista en un estado de forma espectacular que parece llamado a grandes éxitos. Hace cosas que el celtismo no veía desde que pasara por Vigo un tal David Silva. Esa capacidad para proteger la pelota, esa conducción en carrera, ese cambio de ritmo, esa visión de juego… Marca diferencias.
   
Sin embargo, no bastó para encontrar portería. En plena impotencia visitante, el Elche encontró un resquicio a cinco del final que la calidad de Carles Gil convirtió en gol. En el peor momento posible, cuando mejor pintaba el panorama, llegaba el castigo a la falta de acierto. Segundo triunfo de los ilicitanos sobre los celestes y segunda ocasión en la que el resultado debió ser otro. Cosas del fútbol.

Una derrota siempre fastidia, molesta, especialmente una como esta, pero no debe incitar al nerviosismo. Pese al tropiezo, 7 son todavía los puntos de distancia sobre el descenso. El Celta conserva esa línea positiva que viene arrastrando desde inicio de año y que lo ha catapultado hacia la zona tranquila. Casualmente, ha salido triunfador de partidos en los que no mereció tanto, caso de Granada o Villarreal, y se ha quedado sin el premio de la victoria en otros en los que sí ha opositado para ello, véase Athletic Club, Getafe o el mismo Elche. El sendero marcado es el correcto y por él debe continuar la próxima jornada en uno de esos partidos sin nada que perder y sí mucho que ganar. Lo dicho, cabeza arriba y a pensar en el Atlético. 

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