Una saga de nueves brasileños


Foto: Ricardo Grobas
En ningún otro país se vive el fútbol con tanta pasión como en Brasil y, posiblemente, ningún otro exporta tantos jugadores como el gigante sudamericano. Extraño es el equipo que no tiene o ha tenido a lo largo de su historia futbolistas brasileños en su plantilla y el Celta, como resulta evidente, no es excepción.

El conjunto vigués ha disfrutado del talento de jugadores como Ademir, Fabiano o Mazinho –padre del actual centrocampista celeste Rafinha–, pero especialmente significativa es la nómina de goleadores brasileños que han defendido la casaca del Celta, con mayor o menor fortuna, durante sus noventa años de vida. Welliton Soares ha sido el último en sumarse a la lista y, además, entrará en competencia con su compatriota Charles Dias, fichado por el club vigués el pasado verano. De este modo, el Celta ha confiado su ataque de aquí a final de temporada al delantero cedido por el Spartak de Moscú y al Pichichi de Segunda la pasada campaña –además de a Santi Mina y Mario Bermejo–, dos puntas naturales de Brasil que siguen la tradición de ex célticos como Baltazar, Catanha o Baiano.

Desde José Carlos Silveira Braga, extremo izquierdo que llegó a Vigo procedente del Niza francés en 1957, una quincena de delanteros brasileños han defendido la camiseta del Celta. Braga disputó 53 partidos y marcó 11 goles con la casaca celeste en dos etapas diferentes: entre 1957 y 1959 en Primera División y en la campaña 1961/62 en Segunda. En esta última temporada compartió vestuario durante unos pocos meses con su compatriota Edmur Pinto, que después de jugar tres años en el Vitoria de Guimaraes –con el que llegó a ser máximo goleador de Portugal– pasó sin pena ni gloria por Vigo, donde jugó 14 partidos y marcó 2 goles.

Pasaron más de veinte años hasta que el Celta volvió a confiar su ataque a otro delantero brasileño, pero esta vez sí fue un acierto pleno. Baltazar María de Moráis (Goiania, 1959) dio el salto al Viejo Continente en 1985, después de despuntar como realizador en clubes brasileños de la talla de Gremio, Palmeiras, Flamengo y Botafogo. Vigo fue su primera parada y el año de su debut no fue sencillo, puesto que el Celta descendió a Segunda División y Baltazar sólo pudo firmar seis goles en Liga más un séptimo en la Copa de la Liga. Sin embargo, pudo resarcirse en la temporada 1986/87, en la que se coronó Pichichi de la categoría de plata con 34 goles y contribuyó decisivamente al ascenso del Celta.

Baltazar defendería un año más la camiseta del Celta antes de fichar por el Atlético de Madrid, con el que se proclamaría máximo realizador de Primera División en la campaña 1988/89 con 35 tantos, números que le valieron para ser internacional con Brasil y ganar la Copa América en 1989.

Tan convincente fue la apuesta por Baltazar –que colgaría las botas a mediados de los noventa en Japón– que el Celta siguió pescando en el mercado brasileño tras su marcha. Acertó con su sustituto, Amarildo, pero no con los delanteros que llegaron a continuación: Mauricio Oliveira y Nilson –dos goles cada uno en la temporada 1989/90– y Mario Morais, que firmó también dos dianas en una decena de encuentros en el ejercicio 1990/91.

Amarildo, en cualquier caso, respondió a las expectativas que se habían generado con su contratación. El atacante de Curitiba, que fichó por el Celta procedente del Internacional y que previamente había militado, entre otros, en el Botafogo, marcó 16 goles en 33 partidos en la temporada 1988/89, en la que compartió ataque con Zoran Maric –cuyo hijo Goran también militó en el Celta– y el conjunto celeste finalizó la Liga en una meritoria octava posición.

Desgraciadamente, Amarildo sólo permaneció un año en el Celta, que abandonó para seguir vistiendo de celeste pero en el Lazio italiano. Tras las mencionadas apuestas fallidas (Oliveira, Nilson y Morais), el Celta cambió el mercado brasileño por el balcánico y dejó pasar los años noventa sin incorporar a ningún delantero brasileño, entre otras cosas porque durante buena parte de esa década la posición de delantero centro tenía nombre propio en el equipo vigués: Vlado Gudelj, uno de los goleadores más destacados que ha tenido el Celta a lo largo de su historia.

La dinámica cambió en el año 2000, en el que el club vigués incorporó a cuatro jugadores brasileños: los centrocampistas Doriva y Vagner y los delanteros Luis Eduardo Schmidt 'Edú' y Henrique Guedes da Silva 'Catanha'. Este último, procedente del Málaga a cambio de 2.500 millones de pesetas, respondía más al perfil de '9' nato, mientras que Edú era más polivalente y podía actuar algo más retrasado o caído a una banda. Ambos permanecieron cuatro temporadas en el Celta y disputaron el mismo número de partidos oficiales con la casaca celeste: 147. Catanha hizo 46 goles, la mayoría en sus dos primeros años (21 en la campaña 2000/2001 y 19 en la 2001/2002), mientras que Edú firmó 35 dianas, 14 de ellas durante su curso más destacado, el 2002/2003.

En 2004 el Celta descendió a Segunda División y regresó a Primera con delanteros como el argentino Sava, el griego Vryzas o el extremeño Perera (fichado en el mercado de invierno), si bien sus máximos realizadores fueron dos centrocampistas: Jandro y Canobbio, autores de una docena de tantos por cabeza en la temporada 2004/2005, con el ahora técnico del Deportivo Fernando Vázquez en el banquillo.

Tras el ascenso, el club vigués volvió a recurrir al mercado brasileño para reforzar su ataque. El elegido en aquella ocasión fue Joao Fernando Nelo 'Baiano' (Sao Paulo, 1979), delantero que meses antes había completado una maravillosa segunda vuelta con el Málaga, al que sacó de los puestos de descenso con 9 goles en 17 partidos tras incorporarse al conjunto andaluz en el mercado de invierno. Antes, había destacado en el Corinthians, con el que conquistó el Mundial de Clubes, y el Wolfsburgo alemán.

Baiano lució talento y olfato goleador durante las dos temporadas en las que defendió la casaca celeste, marcando un total de 32 goles en 80 partidos. En el curso 2005/2006 marcó 14 tantos y el equipo se clasificó para la Copa de la UEFA, en el segundo firmó 18 dianas entre todas las competiciones pero no pudo evitar el descenso del Celta a Segunda División, tras lo cual se fue al Murcia.

De vuelta en la categoría de plata, Ramón Martínez configuró en su primer año como director deportivo del Celta una plantilla plagada de caras nuevas, entre ellas algunas jóvenes promesas que explotarían años más tarde. Tal es el caso de Diego Costa, hoy en día figura del Atlético y firme candidato a formar parte de la selección española que peleará por el Mundial de Brasil, tras renunciar al combinado de su país natal. A Vigo llegó sin la doble nacionalidad y con apenas 18 años. Jugó 31 partidos y sólo marcó 5 goles, pero dejó claro su potencial... y su carácter.

Antes de iniciar el camino del ascenso con Iago Aspas y David Rodríguez como principales referentes ofensivos, el Celta apostó por otros dos delanteros naturales de Brasil. Dinei dejó un buen recuerdo en el curso 2008/2009 (40 partidos y 11 goles) y Arthuro sólo aguantó la mitad de la temporada 2009/2010 antes de irse con un bagaje de 13 partidos, 1 gol (en Copa) y poco cariño de la afición.

Hoy, el recién llegado Welliton debe demostrar a qué nivel se encuentra y Charles ha respondido hasta la fecha con trabajo y goles. El ex del Almería suma 8 tantos en 20 partidos, un promedio de 0,4 por partido que en el pasado sólo superaron dos de sus compatriotas: Baltazar (0,51) y Amarildo (0,47). Buen síntoma.

Borja Barreira / Atlántico Diario

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