El campo preocupa a Luis Enrique


Foto: EFE
Llueve. Con tanta intensidad que el agua cala las conversaciones, el ánimo y, también, el césped del estadio de Balaídos. Y el estado del terreno de juego tiene en vilo al técnico celeste, Luis Enrique Martínez, de cara al choque del próximo lunes contra el Athletic Club. Públicamente, el asturiano se ha mostrado satisfecho con el campo, pero de puertas adentro el cuerpo técnico sigue con excepcional interés los cuidados que recibe.

Porque los jugadores sí que se han quejado del estado del césped. El primero de ellos, el capitán Borja Oubiña, que no dudó en calificarlo de 'patatal' la pasada semana –antes de las últimas ciclogénesis explosivas encadenadas–. El último, Manuel Agudo 'Nolito', que incluso apuntó que estaba mejor cuando él lo pisaba de visitante en anteriores temporadas.

Con las predicciones meteorológicas amenazando con más lluvia, el encargado del cuidado del césped, José Manuel Calderón, evita las alarmas. 'No estoy alarmado pero sí jodido. Tengo el corazón dolorido', reseña. Porque aclara que el campo no está como él desearía por culpa, concretamente, de las lluvias constantes: 'En estas condiciones meteorológicas excepcionales, no seamos tan exquisitos que no toleremos unas deficiencias que no son permanentes, que son lógicas y que no hay forma humana de paliarlas. Pido un poco de paciencia y de consideración'.

El nuevo cuerpo técnico se está mostrando especialmente interesado en este tema, tanto en lo que se refiere a Balaídos como a los campos de A Madroa. Calderón, que ha convivido con tres décadas de entrenadores célticos, señala que 'no sé si está más pendiente que otros, pero está más inquieto. Luis Enrique, tal vez porque es catalán de adopción, está acostumbrado a un clima más seco. Y no valora en su medida lo que supone esta lluvia. Y se lo explico en los informes que realizo'. El técnico, contratado por el Concello de Vigo, compara la actual situación con otras vividas anteriormente y comenta que 'los demás entrenadores, en general, lo entendían y no andaban preguntando dos o tres veces, dando la lata. Se sometían, como todo el mundo, a las condiciones meteorológicas'.

Sobre el estado del campo, aclara que 'está blando por las lluvias. Aun cuando la infiltración funciona bien, los materiales quedan blandos. No se pueden afrontar acciones importante porque si pasas por el campo con máquinas lo dejas hecho un cisco. Estoy en un impás. No puedo hacer un mal mayor que el bien que pretendo. Hay que esperar a que deje de llover'.

Santi Alonso / Atlántico Diario

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