Derrota plana en Cornellá


Foto: Andreu Dalmau
En un partido plano, con más tedio que emoción, una individualidad de Sergio García fue suficiente para enterrar el trabajo del Celta, que ayer, más que nunca, echó en falta un mínimo de chispa en los últimos metros. Porque con un fútbol sin sal ni pimienta en ataque, no se ganan partidos, por mucho que los cimientos, esos que han costado formar durante toda una vuelta, cumplan con su parte.


El once
Mina y Krohn-Dehli, los nuevos
Luis Enrique se ha suscrito al fin a la teoría de que cuando algo funciona, mejor no trastocarlo, y ayer repitió la defensa titular exhibida ante el Valencia. Jonny se ha asentado y va creciendo en el lateral zurdo, mientras Cabral y Fontás se compenetran en el centro de la defensa. El resto del once, sin embargo, sí dejó novedades. Álex vio el arranque del duelo desde la banqueta, con Krohn-Dehli ejerciendo en el trivote, y un verde Santi Mina sustituyó a Charles, que se cayó incluso de la lista de convocados por su enfermedad. Si el once presentaba matices, aunque dentro de la lógica, los cambios ya fueron otro cantar. El técnico optó por sacar a un Orellana que estaba aportando en defensa y en ataque, conservando a un Krohn-Dehli poco entonado y reservando a Santi Mina hasta el último cambio.


La zaga
Un trabajo estropeado
El solitario gol con el que el Espanyol se llevó los tres puntos fue mérito de Sergio García y la única mácula de la defensa del Celta. Tras muchos ensayos, Luis Enrique se ha rendido a la lógica. El equipo es capaz de crecer desde atrás cuando, como es el caso, se encomienda la defensa a defensores.


La cruz
Sin rastro de gol
A partir de la línea de tres cuartos, al Celta se le hace de noche. Le sucedió ayer, con un Santi Mina que todavía necesita kilómetros en Primera para presumir de titularidad. El equipo de Luis Enrique acusó la falta de un hombre con gol. Charles, aunque se maneja por rachas en lo que a tantos se refiere, exige más atención a los centrales rivales, aporta más músculo y ayuda a la hora de defender. La entrada de Mario Bermejo, sin ritmo, fue un mensaje al club. El Celta necesita pólvora.


El peligro
El peligro de gustarse
El fútbol del Celta, que no sus resultados, va a más. El equipo está mejor posicionado, más conjuntado y con un juego más consistente gracias al paso adelante de la defensa. Sin embargo, ese paso adelante conlleva un peligro en los célticos, el de gustarse. El de caer en el exceso de confianza. Ayer el equipo arriesgó en exceso en pases y jugadas. Algunos de sus jugadores, caso de Rafinha o Augusto, se deleitaron en regates y florituras, cuando el equipo, lo que echaba de menos, era empuje arriba. El fútbol bonito no es suficiente.

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