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| Foto: Ignacio Pérez |
Aparición inesperada
Había anunciado Luis Enrique que mantendría el plan de rotaciones dada la importancia del partido del domingo ante Osasuna pero la revolución fue más allá de lo esperado. Se situó en la portería Rubén Blanco, a quien el asturiano considera miembro de la primera plantilla. El de Mos volvía así a jugar con el primer equipo seis meses y medio después del memorable encuentro ante el Espanyol que valió la permanencia. Por delante de él, hombres como Vila y Madinda tenían también su oportunidad tras estar inéditos, especialmente el porriñés, casi toda la temporada.
Sin reacción
Con el resultado de la ida, entraba dentro del guion que el Athletic saliera a por todas desde el pitido inicial aprovechando el empuje de San Mamés. Los bilbaínos planteaban, así, un encuentro con la defensa muy adelantada y metiendo mucha intensidad a la circulación de balón para intentar desbaratar el sistema del Celta. Los vigueses buscaban salir rápido para aprovechar los espacios entre la defensa del Athletic y Herrerín pero carecieron de la reacción suficiente para armar un contragolpe en condiciones, sintiéndose el Athletic cada vez más cómodo y lanzándose a por la portería defendida por Rubén, con mucho trabajo todo el partido.
Errores definitivos
Ante un rival como el Athletic, los errores se pagan caro. Los bilbaínos comenzaron a meter al Celta en su campo. Pocas jugadas trenzó sin sentido el conjunto de Luis Enrique, que repitió el plan con Krohn-Dehli en el pivote defensivo, una posición en la que se debe tener muy claro lo que hacer y el danés no lo tuvo. Una pérdida a veinte metros de la frontal fue el origen del primer gol de Muniain, que robó el esférico y ejecutó a Rubén con un gran tiro tras una dejada de Aduriz. El partido siguió por la misma senda hasta que los vascos certificaron la remontada tras una acción de Ibai en la que rompe a Hugo Mallo y envía un centro que es rematado por Susaeta ante la pasividad del resto de la defensa.
La maldición de los Teixeira
No le vendría mal al Celta una orden de alejamiento de los hermanos Teixeira Vitienes. Si el lunes Fernando mandaba a los vestuarios a Charles tras una injusta expulsión, José Antonio lo emuló prácticamente en el mismo minuto del partido del lunes mostrando la segunda amarilla a un Hugo Mallo que nunca terminó de encontrarse en el encuentro. Si ya parecía complicado once contra once, en inferioridad marcar un gol era prácticamente una odisea.
Una remota opción
Sabía el Celta que las únicas opciones de hacer una machada pasaban por ordenarse bien y tratar de encontrar un contragolpe. Charles y Jony lo intentaron pero el conjunto vigués era incapaz de llegar con gente al área para tratar de intimidar a Herrerín y su defensa, que solo concedieron un disparo en todo el encuentro, de Santi Mina muy desviado cuando agonizaba la primera mitad.
Golpe de gracia
A falta de trece minutos y precedido de un nuevo error, esta vez de Jony al tirar el fuera de juego, Muniain remataba al Celta, que tiró la toalla viendo incluso como el infortunio jugaba en su contra eno usó las manos y vio como su despeje con los pies se estrellaba en Aduriz y entraba en la portería. Abultada derrota que no debería nublar el horizonte de Luis Enrique y su plantilla, que tienen en dos días la oportunidad de terminar el año con buen sabor de boca.
Pablo Galán / Faro de Vigo




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