La mala conciencia casera


Foto: RCCV
Balaídos se resiste. Y esta vez, no por mala fortuna, sino por deméritos propios. En el cara a cara, el Celta se la perdió al Rayo. Y cuando tocó remontar, pesó la mala conciencia casera.

CUANGO ALGO FUNCIONA...

Los dos partidos más redondos del Celta en resultado y juego fueron los de Málaga y Sevilla. No son dogma de fe, dice el técnico celeste, Luis Enrique Martínez, pero hoy por hoy trata de tocar ese once lo menos posible. El centro del campo formado por Augusto, Oubiña y Álex López volvió a ser elegido, con otra oportunidad para Mina en el ataque. El único cambio respecto al último choque, el obligado de Costas por el lesionado Cabral.


PRESIÓN EN CAMPO CONTRARIO

El Celta apostó por jugarle al Rayo con sus mismas armas, entre ellas, la presión en campo rival. La inició con ímpetu, comandado por el gran momento físico y la sabiduría profunda de Augusto. Complicó la salida del balón del Rayo, pero éste hizo lo propio, y en mayor medida, en el otro campo. Fue el conjunto local el que en más ocasiones recurrió al saque largo del portero, con Mina tratando de estar a la altura como receptor de la mayor parte de esos pases largos, inservibles en muchas ocasiones.


LA PAREJA DE CENTRALES Y LOS CÓRNERS

Cabral es diferente.No es que sea más valiente que Costas o Fontás, sino que es más corajudo. Los delanteros visitantes lo sienten más cerca, más pegajoso, más peligroso. Se le echó de menos. Y en cuanto a los saques de esquina, para el Celta no forman parte del juego cuando son a su favor.


EL CASO CHARLES

Su labor no desencanta ?en muchos aspectos, es encomiable? pero tampoco enamora. En la dicotomía entre la generosidad en el trabajo táctico y el egoísmo propio de un delantero siempre gana el primer factor. El equipo lo necesita en múltiples facetas, pero la rematadora no es la menos importante.


EL DEJE DE DESESPERACIÓN CASERA

Al equipo le faltó calma en toda la segunda parte. Oubiña, desconocido, no estaba para dar el ritmo. Y la presión de los malos resultados pesó. La mala conciencia del pasado reciente en Balaídos hizo mucho más que la ilusión de romper esa nefasta dinámica: siete partidos, cero victorias.

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