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ÓSCAR VÁZQUEZ |
Pasó el Barcelona por Balaídos, demasiado rápido para que el
Celta pudiera cogerlo. Superados, con nulas opciones y con escasa oposición,
los celestes acudieron a la consulta del dentista sin apenas dar un grito. Lo
intentaron durante un tramo de la primera mitad, en el que consiguieron
incomodar a un conjunto culé que sin vivir su mejor época sigue estando a años
luz del resto de los mortales. No fue suficiente. En un abrir y cerrar de ojos,
la diferencia en el marcador ya fue tan grande que el partido murió antes de
tiempo. Habrá que esperar a otra ocasión para tumbar al gigante.
El guión épico
dibujado en las más optimistas cabezas celestes comenzó a truncarse bien
pronto. Cabral actuó como Cabral. Un año en Vigo ha servido para conocer al
central argentino, un defensor con notables condiciones para la profesión, pero
que regularmente regala errores impropios del nivel que se le intuye. Falló en
el pase y permitió un contragolpe sin más oposición que Yoel que terminó en el
gol de Alexis.
A partir de
entonces, el Barcelona dominó a merced y pudo aumentar la ventaja, pero indultó
al Celta permitiendo su despertar. El empuje de Augusto, el desequilibrio de
Nolito, el dinamismo de Álex López y la calidad de Rafinha volcaron el partido
hacia campo rival. Las tuvo el hijo de Mazinho, pero no encontró la red, y ya
se sabe, cuando eres perdonado y también disculpas la réplica, es difícil
encontrar un segundo indulto.
Así fue. Fábregas
finiquitó el choque tras la reanudación en dos acciones consecutivas. A partir
de ahí, el choque pereció y el Barcelona se encargó de dormir la pelota. El Celta
entregó la cuchara sin renunciar al gol del honor mientras Yoel evitaba un castigo
mayor.
No hay mucho más que contar. Más allá de la derrota, la lesión de Aurtenetxe, la cual podría ser grave, supone un contratiempo importante en el lateral izquierdo, habida cuenta de que Toni no termina de convencer para el puesto. Sevilla, la próxima parada, exige un Celta más competitivo. La versión de Málaga es la línea a seguir. Andalucía, tierra de buenas noticias, espera para recuperar la sonrisa. No hay dos sin tres.
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