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Foto: EFE |
En Praza de España reina la calma, a pesar de la preocupación que ha levantado una trayectoria que ha hundido al equipo en la penúltima posición, con seis puntos de veintisiete posibles. Se lamenta tanto infortunio, como la inmerecida derrota ante el Levante y el Elche o los empates ante el Espanyol y el Granada.
Los dirigentes del Celta confían todavía en un técnico al que se le contrató por dos años, junto a un grupo de cuatro colaboradores. La apuesta por la cantera -ese valor que tanto mima el presidente- y la promesa de jugar un fútbol vistoso fueron elementos suficientes para confiar en Luis Enrique. Todo fue sobre ruedas en las primeras jornadas, en las que el Celta conquistó seis puntos de nueve posibles. Miel sobre hojuelas pensaban en el club, mientras sectores de la afición se entretenían en especulaciones sobre el potencial de un equipo joven y atrevido.
Muchas de esas ilusiones se esfumaron con la derrota en Getafe, no por el resultado (2-0) sino por la gestión que hizo Luis Enrique de la plantilla. Como si fuese un partido de Copa, el técnico revolucionó el once titular con siete novedades. "Ni antes éramos tan buenos ni ahora tan malos", se justificaban los jugadores ante las críticas por un juego que decaía y que mandaba al Celta a los puestos de descenso: la zona en la que vivió casi exclusivamente el equipo en la segunda mitad de la temporada pasada. Y de ahí salió en la última jornada, cuando apenas nadie confiaba en la salvación.
De esa experiencia extrema se sale fortalecido, con los nervios más templados y sin tantas exigencias por buscar a las primeras de cambio las soluciones que en el fútbol pasan siempre por el cambio de técnico. Carlos Mouriño no piensa en ello, de momento. Confía en Luis Enrique y en una plantilla que el año pasado dio muestras de cohesión para afrontar las dificultades. La unión hace la fuerza.
El presidente se ha hecho más visible en los entrenamientos. La semana pasada visitó un par de veces A Madroa y el domingo acudió a la sesión de trabajo de Balaídos. Más allá de sentirse presionado por la presencia de Mouriño, Luis Enrique agradece el interés: "El presidente siempre es muy cariñoso. Viene a muchos entrenamientos. No hay ningún cambio en ese sentido. No lo veo preocupado, sino pendiente de todo lo que sucede al equipo. Porque así lo vive y nos gusta que sea así".
Tras la derrota ante el Levante, cuarta consecutiva del Celta, Luis Enrique lanzó un confuso mensaje: "Hasta que consideren que soy la persona indicada para llevar este proyecto, tendré cien por cien confianza en los chavales".
De momento, el club sigue considerando apto a Luis Enrique para dirigir la plantilla del Celta. En Praza de España gustó el equipo que presentó ante el Levante, con la apuesta por el juvenil Mina para cubrir la baja de Augusto. Agradó también el juego y el trabajo del equipo para brindarle a la afición la primera victoria de la temporada. Falló otra vez la fortuna.
Luis Enrique conserva el crédito en el club, que confía en que el buen juego lleve hacia las victorias y éstas hacia una zona más tranquila de la clasificación. El club apuesta por la tranquilidad y la prudencia, salvo que todo cambie tras el próximo partido. Así es el fútbol.
Javier Conde / Faro de Vigo
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