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Foto: Eugenio Álvarez |
Instalaciones de A Madroa ayer. Al término del entrenamiento, la plantilla se dirige al vestuario y Yoel se desvía con algarabía para saludar efusivamente a Gabriel Lezcano, toda una institución en el Celta. Pero el cariño por este ex jugador le viene al ahora meta celeste de que el paraguayo fue uno de los cinco entrenadores que tuvo en la cantera celeste desde su llegada hasta el filial. 'Siempre le decía que algún día llegaría a jugar en el primer equipo. Él se reía y mira dónde está ahora', recordaba ayer Lezcano.
Los primeros en echarle el ojo fueron José Luis Mosquera y Álex Martínez, autores de la selección que el Celta presentó al torneo de Brunete cuando no tenía equipo alevín. Mosquera lo disfrutó después en infantiles: 'Era de los más espabilados, a los que se les veía las ganas de querer aprender y coger todo rápido'. Esa misma cualidad resalta su siguiente técnico, Juan Fernández, quien habla de él como 'un trabajador nato. Y tiene una mezcla perfecta: un carácter fuerte y una gran ilusión'.
En cadete pasó de nuevo por las manos de Álex Martínez, quien valora como su 'cualidad fundamental la personalidad con la que juega. Todo se lo ha ganado a base de trabajo'. Lezcano lo subió a juveniles siendo todavía un cadete –'le gusta trabajar muchísimo'– y tras pasar de nuevo por Álex en juveniles, le llegó el momento de debutar con el filial, como rememora Rafa Sáez: 'Nos jugábamos la permanencia y apostamos por él sobre todo por su fortaleza mental. Y su evolución como portero ha sido brutal'. La forja de un portero.
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