Los detalles matan al Celta


EFE

El Celta perdió una buena oportunidad para escribir su nombre en la primera página del libro de historia del Nuevo San Mamés. No fue mejor que el Athletic, pero tampoco inferior. En el cuerpo a cuerpo incluso gozó de las oportunidades más claras, pero no supo definir. Soportó el achuchón inicial de los locales, vivió cómodo al galope y tuvo oportunidades para silenciar la Catedral. Pero no lo consiguió. Un cuarto de hora maldito tras la reanudación, en el que encajó dos goles, dinamitaron las esperanzas celestes, sólo reactivadas con el gol de Santi Mina. No sirvió para nada. Faltó chispa en los últimos minutos para buscar el empate y la primera derrota de la temporada llegó finalmente.
   
Pese a todo, hay aspectos positivos a destacar. El primero, y más importante, la competitividad del equipo. A diferencia del curso pasado, el Celta transmite la sensación de poder ganar a cualquiera en cualquier campo. En estático o al contraataque, el arsenal ofensivo celeste posee argumentos para buscar las cosquillas al rival. Ya no hace falta poner una vela a la Virgen en cada encuentro a domicilio. Se puede perder, como ayer, pero el equipo tiene sus opciones, disputa el encuentro, no actúa como simple comparsa en terreno adversario.
   
Otra gran noticia es el estado del tridente ofensivo. Charles, pese a errar el penalti, cuajó un partido notable, especialmente en la primera mitad, que se vio corroborado con su tercer gol de la temporada, el primero en la historia de San Mamés. Incluso rondó su segundo de la noche en una sublime acción técnica. A su vera, Augusto y especialmente Nolito fueron el principal cauce de peligro del conjunto céltico. El gaditano, intermitente en jornadas precedentes, firmó su mejor actuación como celeste.
   
Más positivo si cabe es lo de los dos niños de A Madroa. Luis Enrique premió el buen partido de Costas ante el Granada con una nueva dosis de confianza ante el Athletic. El de Chapela, más exigido que hace dos semanas, cumplió con creces. Su único error, eso sí, costó un tanto. Mal tirada la línea del fuera de juego y gol de Beñat. Y gol es precisamente lo que tiene Santi Mina. El joven delantero jugó su segundo partido como celeste y necesitó de tan sólo 18 minutos para convertirse, con la colaboración de un flojísimo Herrerín, en el goleador más joven de la historia del Celta. Es evidente que tiene un don y sería de necios no aprovecharlo.
   
Los problemas, como de costumbre, llegan por la parte de atrás. Que un chaval de 18 años, casi debutante, sea el mejor de la zaga dice mucho del nivel de la misma. Toni cumple, pero sigue sufriendo atrás, desamparado también por la incapacidad defensiva de Nolito. Hugo Mallo no tuvo su día, regaló el primer gol y compartió responsabilidad con Costas en el tercero. Y Fontás estuvo muy por debajo de su nivel. Lento de cintura, poco contundente y encima errático con el balón en los pies. O mejora, o Aurtenetxe lo envía al banquillo.

   
Ahora es momento de olvidarse y mirar hacia adelante. El horizonte es más esperanzador que un año atrás y los argumentos para el optimismo bastante mayores. El defecto está atrás y la virtud arriba. Puede ser una constante que persiga al equipo durante toda la temporada, pero conviene mitigar lo negativo de una y potenciar lo positivo de otra en choques venideros. Por ejemplo, el del próximo domingo ante el Villarreal, un equipo cargado de fútbol y que llegará a Vigo disparado. Ganar por fin en casa ya es necesario para despejar cualquier posible duda y trabajar con más calma. El camino parce el correcto, pero hay que revisar el calzado y sortear los baches que vayan apareciendo.

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