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Foto: Isaac Ferrera |
Los pequeños detalles sí importan. Un gol a favor o en contra puede condenarte al descenso o mantenerte en la máxima categoría. En esa situación se encontraba el Celta al final de la pasada temporada. El milagro se culminó con las dos victorias ante Valladolid y Espanyol, pero lo cierto es que el cuadro celeste no llegaría con vida a esas dos últimas jornadas de no haber sobrevivido al polémico arbitraje de Muñiz Fernández en el Ciutat de Valencia.
Quedaban seis jornadas para que finalizase la competición. El Celta necesitaba sumar su segundo triunfo del curso como visitante para seguir con opciones de mantener la categoría. Los hombres que dirigía por aquel entonces Abel Resino encarrilaban pronto el encuentro. Augusto Fernández batía a Keylor Navas de remate de cabeza antes de la media hora de partido.
Todo iba de cara. Iago Aspas, que volvía tras cumplir sanción, se mostraba participativo. El Celta opositaba para conquistar los tres puntos y aferrarse a la máxima categoría. Las sensaciones al descanso invitaban al optimismo. El equipo estaba dando la cara lejos de Balaídos, uno de sus grandes puntos débiles la pasada temporada.
Sin embargo, toda esa buena imagen fue quedando diluida a medida que Muñiz Fernández fue cobrando protagonismo en el partido. El asturiano perdonaba la roja directa a David Navarro por una agresión a Aspas. Ya en el segundo acto, el colegiado mostraba la amarilla al ahora jugador del Liverpool por simular penalti cuando el delantero morracense había perdido el equilibrio en la disputa del balón.
Poco después llegaría la jugada inverosímil. La actualidad deportiva se pregunta qué vio Muñiz Fernández en el penalti señalado sobre Pepe. Ese asombro pasó por la cabeza de jugadores de Levante y Celta en aquella tarde del 27 de abril. El árbitro asturiano señalaba el punto fatídico al ver un derribo inexistente de Jony sobre Acquafresca. Lo curioso de la acción es que el delantero italiano, que resbala, ni contacta con el jugador celeste. Afortunadamente, Barkero erró desde los once metros y los tres puntos acabaron viniendo para la ciudad olívica.
El club celeste recurrió las amarillas de Iago Aspas y Jony. El moañés, que cumplía ciclo, pudo jugar ante el Athletic de Bilbao (acabó anotando el gol del empate). Aquella victoria cosechada en el Ciutat de Valencia fue determinante para seguir con vida en la lucha por la salvación. Quién sabe si aquel gol de Barkero habría condenado al Celta al descenso a Segunda División.
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