Orgullo, tradición y un gran futuro


Foto: Marcos L. Bacariza
El Celta aprovechó el estreno liguero frente al Espanyol para conmemorar con una modesta y emotiva ceremonia el aniversario de la fundación del club, que cumple oficialmente noventa años el próximo viernes 23 de agosto. A falta de grandes fastos para celebrar la fusión del Vigo y el Fortuna de la que nació el Celta hace nueve décadas, el club tiró de ilusión, la que ha generado el proyecto de cantera encabeza Luis Enrique Martínez con un grupo de futbolistas de ADN mayoritariamente gallego, para celebrar tan señalada fecha en un año en el que el Celta se ha quedado como único referente de Galicia en Primera División.

Los actos conmemorativos se iniciaron puntualmente a las 21.20 horas, como estaba previsto, con el estadio casi vacío y el desfile de los chavales de las categorías inferiores que día a día trabajan en las instalaciones de A Madroa con la ilusión (cada vez más plausible) de formar parte algún día el primer equipo. Uno a uno, los diferentes equipos de base fueron formando frente al palco de autoridades de Balaídos al tiempo que el equipo titular -con la ausencia ayer de Rafinha- saltaba al césped a calentar. En la formación de los equipos, entre los que naturalmente se contaban el Celta B y el equipo de veteranos que, de la mano de Moncho Carnero, se proclamó el pasado curso campeón de la Liga Indoor, podía leerse la palabra "canteira". Tras ellos, cuatro abanderados portaban enseñas gigantes del club y ocupando el círculo central una gran pancarta lucía el logotipo el del 90 aniversario con con el lema elegido para la ocasión : "Real Club Celta de Vigo, 1923-2003, 90 años de orgullo y tradición".

Poco a poco, a medida que las gradas de Balaídos se iban poblando de gente, el acto fue ganando intensidad, primero con tímidos aplausos hacia los chicos de la cantera y más adelante con ovación cerrada hacia el primer once de la prometedora temporada que ayer alzó el telón y en la que el Celta espera consolidarse como equipo de Primera División -una condición que le ha acompañado durante la mayor parte de su historia- y gran referente del fútbol gallego.

Lo mejor, sin embargo, estaba por llegar porque en esta nueva campaña el estadio presentó un colorido inusual en esta época del año, dando fe de una temporada muy significativa en lo social, con una creciente y rejuvenecida afición, que, con casi 24.000 fieles, ha situado la masa social muy cerca del techo histórico del curso 1998-99 del gran Eurocelta de la segunda década de los noventa y primeros años de este siglo.

El estadio vigués se fue calentando a medida que el speaker cantaba los integrantes de esta primera alineación de la temporada, que a su vez eran coreados por el público. El clímax de los actos previos a este primer compromiso liguero se produjo cuando saltaron al campo los futbolistas y el estadio se tiñó por completo de celeste con un hermoso mosaico gigante símbolo de la comunión entre el equipo y la afición, una unión que se ha estrechado en los últimos años gracias a los buenos resultados obtenidos por el equipo y a la nueva afinidad que se ha creado entre la grada y un equipo de condición mayoritariamente de la casa.

Los cánticos se apoderaron del estadio: "Lo, lo,lo, lo Real Club Celta de Vigo" se oyó justo antes del momento más emocionante de la noche, con el mosaico desplegado en todo su esplendor y la hinchada cantando al unísono el himno a capella. Un gran final para un acto sencillo, sin pretensiones, pero destinado a conmemorar la historia de un club que ha sido durante décadas sinónimo de fútbol en Galicia y que se acerca al centenario con orgullo, señera tradición y con un prometedor futuro por delante.

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