Se puede decir que el Celta 2013-14 echó ayer a andar. Y es
que dejando a un lado el choque ante el Coruxo del pasado miércoles, el
encuentro en el Dragao ante el Porto fue, por el escenario y la categoría del
rival, la primera gran prueba del nuevo Celta de Luis Enrique. El resultado,
satisfactorio. Los celestes plantaron cara a un conjunto obligado a dar que
hablar en Europa, probaron con cierto éxito los bocetos futbolísticos del técnico
asturiano e incluso por oportunidades de gol pudieron imponerse en el marcador.
Lo más destacado es
que el nuevo entrenador parece manejar dos esquemas en la cabeza. Volvió a apostar
de inicio por un dibujo con tres centrales que pasa del 5-4-1 en defensa a un
3-4-3 en ataque. Habrá que tener paciencia con él, pues la mayoría de los
futbolistas no lo han puesto en práctica habitualmente. Facilita el repliegue y
limita los problemas de velocidad de una defensa extremadamente lenta, en la que sobresalió positivamente Fontás, pero
carece de profundidad y exige dos carrileros largos, funciones para las que
Hugo Mallo y sobre todo Toni no parecen los hombres más adecuados.
El 4-3-3 ya es más
familiar. Con él llegaron los mejores minutos del equipo, hecho en el que
probablemente también influyó el ocaso del partido y la irrupción de espacios,
y en él destacó sobremanera Rafinha. El hispano-brasileño exhibió poderío
físico, buena conducción de pelota y capacidad para desbordar líneas, algo de
lo que en la primera mitad adoleció un Álex López excesivamente plano y al que
se le debe exigir mucho más en esta nueva temporada que comienza. Fue de lo más
flojo del equipo junto a un Fabián Orellana al que el pasado reciente y el
presente parecen augurarle un futuro de pocos minutos. Ambos tienen tiempo para
mejorar, pero hoy por hoy no están al nivel de otros compañeros. Por ejemplo,
en la demarcación del ferrolano, de Madinda o Krohn-Dehli, notables en la noche
de ayer y que podrían hacerse como volantes de un trivote.
Mención aparte
merece la irrupción de los juveniles, buena en todos los casos y especialmente
destacable en lo que se refiere a Goldar y Borja Fernández. El primero disputo
45 minutos, inicialmente como central zurdo en una línea de tres y después
acompañando a Túñez como ejes de una zaga de cuatro. Cumplió sobradamente,
agresivo en la marca y seguro en la salida de balón. Luis Enrique estaba en lo
cierto, hay futuro ahí. Como también en las botas de Borja Fernández, en las
que incluso puede haber algo de presente. Mucho se debate sobre la necesidad de
traer un mediocentro que pueda suplir a Oubiña o incluso competir con él, ya
que el capitán no puede repetir una campaña de casi 40 partidos como la pasada.
Desconociendo las opciones de mercado, el club quizás debiera mirar hacia la
casa en este caso. Hacer cantera es exprimir a Oubiña en los momentos
importantes y saber utilizar a Borja Fernández para dosificarle. Ficha del
filial al todavía juvenil y oportunidades puntuales con el primer equipo podría
ser una opción muy interesante.
Otro debate que sigue abierto es el de la portería. Yoel y Sergio no convencen del todo y la opción de Rubén Blanco gana enteros. Preferible antes que gastar en exceso en el sueldo de un portero veterano. El de Mos mostró en su esporádica aparición en el primer equipo, y tanto en el filial como en la selección lo ha corroborado, que no debe temblar el pulso a la hora de darle la alternativa. Su situación actual es la misma que la de un tal Casillas hace no mucho, y hace todavía menos la de un tal De Gea. No sabemos si la carrera del joven canterano se acercará siquiera a la de estos dos genios de la portería, pero lo que está claro es que en lo que se refiere al punto de partida, el gallego no les tiene nada que envidiar.
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