Notas 2012-23: [26] Rubén Blanco: La nueva estrella del firmamento celeste


Foto: elmundo.es

Jornada 37, minuto 42, estadio Nuevo José Zorrilla de Valladolid. En medio de una batalla sin retorno, de esas en las que el mañana no existe sin victoria, Javi Varas sufría una luxación en el codo en un desafortunado lance del juego. Con Sergio convaleciente de su rotura de clavícula, en la banda del coliseo pucelano calentaba un imberbe guardameta de 17 años, capaz de devorar etapas a ritmo de vértigo y a pocos minutos de dar el salto definitivo a la élite. Lo iba a hacer en un momento crítico, con el Celta jugándose la supervivencia en Primera tras una temporada con más sombras que luces y consciente de que su futuro podía quedar marcado por lo que a partir de entonces ocurriera. No le abrumó semejante dosis de responsabilidad. Como quien se prepara para ir a jugar una pachanga al campo del barrio, Rubén Blanco se tomó su tiempo para subirse las medias, atarse las botas, colocarse los guantes y asimilar todo lo que le venía encima. Retrasó el partido, consumió parte del descanso y puso nerviosos a todos menos a él mismo.

Bastó una acción para acercar la serenidad colectiva. Manucho se le plantó delante nada más saltar al césped. El de Mos aguantó el tipo y desvió el peligro.Volvería a repetir actuación en la segunda mitad, más espectacular si cabe, al repelir un cabezazo certero, picado y abajo, de esos que hacen daño, que hubiera supuesto el 1-2. Antes y después, asombró por su tranquilidad, su capacidad para leer el partido -arañando segundos al cronómetro, dejando respirar al equipo-, por su golpeo de balón. Le bastaron poco más de 45 minutos para mitigar la ausencia de Javi Varas. Junto a él, a la conclusión del choque, liberó toda la tensión interna, esa que los demás fuimos incapaces de apreciarle, con unas lágrimas de alegría que emocionaron al celtismo.

Si bien, la prueba más difícil esperaba a la vuelta de la esquina. Suele decirse que lo complicado no es llegar, sino mantenerse. Rubén había deslumbrado con su irrupción, pero debía superar una reválida todavía más dura. La presión de saberse responsable durante toda una semana de la portería de un equipo en problemas no fue obstáculo para que su labor fuese nuevamente sobresaliente ante el Espanyol. Abel Resino no dudaba de ello y por eso le confió las llaves del marco pese a la repentina recuperación de Sergio. No defraudó. Al igual que seis días atrás, tuvo escaso trabajo, pero lo solventó brillantemente. Primero un disparo desde la frontal del área que llevaba dirección portería, y después con una doble intervención a Verdú que evitó la igualada perica. 

La historia se repetía. Esta vez, el final fue incluso mejor. Lágrimas, emoción y una salida a hombros que le reconocía como uno de los héroes de la sufrida permanencia. Dèja vú. La imagen recordaba a una que se produjo cuatro años antes, con otra permanencia y otro canterano convertido a héroe en su debut en Balaídos. Iago Aspas abandonó el césped entre lágrimas esa noche, despidiéndose de su casa y siendo consciente quizás de que había otorgado el relevo a una nueva estrella fabricada en A Madroa. A día de hoy todavía se desconoce si Rubén Blanco será jugador del primer equipo la próxima campaña o regresará a un filial al que ha ayudado a ascender a Segunda División B. De Luis Enrique dependerá. Lo que es evidente es que el Celta tiene un diamante destinado a proteger su portería en un futuro no muy lejano.

¿Qué nota le pondrías a Rubén? 

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