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| RICARDO GROBAS |
Tres largos meses después, Toni Rodríguez regresó a la competición oficial con el Real Club Celta. Fue, además, la primera vez que Abel Resino contó con su concurso desde su llegada a Vigo allá por el mes de febrero. Tenemos que remontarnos al 2 de febrero del presente año para encontrar el último partido de Toni, todavía con Paco Herrera en el banquillo. Fue en el Reyno de Sadar, ante Osasuna, en un partido en el que el Celta acabó sucumbiendo ante un rival directo como los rojillos.
Desde entonces, el coruñés pasó al ostracismo. Las razones de su suplencias están fundamentalmente en los refuerzos de invierno y el gran momento de forma de Augusto Fernández, que le ha cerrado prácticamente las puertas desde que arrancó la temporada. Las opciones de Toni pasaban por la banda izquierda o la mediapunta, pero la exigencia competitiva es muy grande. En enero llegaron Orellana y Pranjic, que cortaban el paso al canterano. Sin embargo, ni el chileno ni el croata están aportando lo que de ellos se esperaba. Eso unido a las ausencias por sanción que tenía el Celta permitió a Toni entrar en una convocatoria, algo que no sucedía desde el choque ante el Barcelona, la única vez que Abel tuvo al coruñés, al menos, en el banquillo.
Toni dispuso de quince minutos en los que tampoco demostró demasiado. Aportó alguna combinación interesante por la banda derecha, en un partido excesivamente roto, aunque Toni ya ha demostrado que se siente cómodo en la locura de equipos partidos, en la ida y vuelta de los choques cuando agonizan. Lo demostró el año pasado, y también en alguna ocasión este año. Es posible que el rendimiento de Toni no haya sido sobresaliente, pero al menos se ha reencontrado con el fútbol y ha demostrado que no desentona en este equipo, que puede tener sus oportunidades. Asimismo, Abel aprovechó para recuperar a un futbolista posiblemente desencantado con su destino. Si el equipo lo necesita estará ahí.
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