Guayre: "Cuando estaba en el Celta me venía a escondidas a Gran Canaria porque anímicamente estaba roto"


JORGE LANDÍN 
— ¿Asume ya su nueva vida lejos de los terrenos de juego?
— Por suerte o por desgracia, esto no ha sido de repente, de un día para otro. Llevo así seis meses, planteándome si lo dejo o no. Y desde hace unos años con unos dolores en el tobillo muy fuertes. Hay días en los que casi ni me puedo levantar de las molestias. Y no he podido superar esta lesión que se ha complicado hasta el punto de obligarme a dejarlo.

— ¿Cuando decide que ya se acabó?
— Después de jugar sesenta minutos ante el Recreativo de Huelva con el Lugo, el pasado mes de febrero, noto unos dolores que son ya insoportables. Me hacen pruebas y ya me hablan de que el cartílago del tobillo no se ha regenerado. Aún así, me voy a Madrid a ver al doctor Guillén y él me ratifica todo. Tres operaciones, plantillas, un montón de tratamientos... No aguanté más y, también para no perjudicar mi vida, para poder andar con normalidad, opté por dejarlo. No tenía otra alternativa.

— ¿Recuerda el momento en el que empieza este calvario?
— En marzo de 2011, entrenándome con la UD. Recuerdo que iba junto a Armiche corriendo y noté un chasquido en el tobillo. Me infiltré para poder jugar, hice lo que pude y más para estar con el equipo. Pero desde entonces ya no he vuelto a ser el mismo. De todas formas, esta desgracia es la última que he tenido. Una hernia, roturas... Nada más fichar por el Celta de Vigo, en el mejor momento de mi carrera, una lesión de isquiotibiales que ningún médico pudo curarme, hasta que acudí al del Real Betis, y estuve tres años arrastrando dolores... Me pongo a contar y no paro.

— ¿Hasta qué punto las negligencias médicas han roto su carrera?
— A mí me han pasado muchas cosas raras, pero nunca me he quejado a boca abierta. Me duele todo esto al mirar atrás porque no han sido lesiones realmente graves. El problema vino por no detectarlas y curarlas a tiempo. Una rotura de isquiotibiales que no se detecta hasta los tres años, un tobillo izquierdo que lleva mal más de dos... Cuesta explicar muchas cosas.

— ¿Ha contado las veces en las que ha llorado de impotencia por esta sucesión de desgracias?
— He llorado como nadie puede imaginar. Estando en el Celta de Vigo, me venía a escondidas a Gran Canaria a estar con mi familia porque anímicamente estaba roto, no tenía fuerzas para nada. Recuerdo que López Caro, que era el entrenador, me decía que me daba permiso, pero que lo avisara, que no hiciera más eso. Pero la situación me podía. No creo haber merecido todo lo que me ha pasado, tanto sufrimiento, tanta impotencia. Es injusto.

— ¿Cómo se ha sostenido?
— Mis amigos, los verdaderos, no me han fallado. Mi familia. Y, aunque suene mal decirlo, en mí mismo. Siempre he sido una persona muy fuerte. Por eso he soportado todo esto. En mi última etapa en la UD resistía los dolores y jugaba como fuera para ayudar, como también había hecho con el Celta o el Numancia. En mi último partido, con el Lugo ante el Recreativo, hasta me puse de mediocentro, porque no tenía la velocidad de antes pero me propuse echar una mano a un entrenador, Setién, a un club, el Lugo, y a unos compañeros que se portaron muy bien conmigo siempre. Puse el fútbol por encima de mi salud no una vez, sino muchas veces. Hasta que no he podido más.

— ¿El fútbol le ha dado más que quitado? Porque tocó la cima siendo internacional pero los últimos acontecimientos le han desesperado...
— He sido muy feliz. He disfrutado mucho. Jugar en Primera con la UD, Champions con el Villarreal, la selección, grandes compañeros... Pero también es verdad que lo que he padecido no es normal. El fútbol me ha dado mucho, pero también me lo ha quitado con tanta lesión.

— ¿Y ahora?
— Acabo de regresar a casa. Tengo que resolver algunas cuestiones personales y ver qué hago. Me gustaría seguir ligado al fútbol, entrenar a niños... La verdad es que todavía no tengo muy claro por dónde voy a tirar, aunque tengo 33 años, me considero joven, y seguro que encuentro algo que me motive. Vengo de años muy duros y necesito ilusionarme de nuevo.

0 comentarios:

Publicar un comentario