El Celta encuentra la luz


EFE

Tras mucho tiempo sumido en la oscuridad, el Celta por fin parece haber encontrado la luz. Menos de dos semanas después de tocar fondo en Mallorca, el alma celeste parece más viva que nunca, caminando con paso decidido hacia una salvación que hace no demasiado parecía una utopía. La fe es irracional, surge sin motivo, pero se sustenta en victorias, en triunfos trabajados y sufridos como los dos logrados en apenas cinco días. El primero, el del Zaragoza, llego con la agonía propia de un postrero quiebro a la muerte. El segundo, el de ayer en el Ciutat de Valencia, dejando la sensación de que el enfermo evoluciona favorablemente y ofrece síntomas de recuperación.
   
Y es que hacía tiempo que el Celta no transmitía la seriedad y confianza que mostró en el primer tiempo. El Levante ayudó regalando la pelota y esperando en campo propio, pero los vigueses, lejos de precipitarse y caer en la trampa del experimentado conjunto granota, gozaron de la paciencia necesaria para ir madurando el encuentro poco a poco.
   
Álex López encontró su sitio por detrás del doble pivote local, combinando con un Iago Aspas que dotó al equipo de mayores alternativas en fase ofensiva. A la posesión se unían con asiduidad Krohn-Dehli, que recordó al de sus mejores tardes, y Augusto Fernández, posiblemente el futbolista más en forma del equipo en los últimos meses. Precisamente la conexión argentino-danesa fue la que construyó el gol que ponía por delante a los de Abel Resino. Justo premio para un equipo que apenas había concedido un espacio a su rival. Vila y Túñez barrían todo por alto, mientras que Insa y Oubiña hacían el trabajo sucio en la medular con la ayuda de sus compañeros. Por primera vez en muchas semanas, el Celta fue un equipo con todas las letras.
   
La segunda parte se inició con un Levante más ambicioso. Los de Juan Ignacio Martínez estiraron líneas y embotellaron al Celta. Muñiz Fernández, desastroso toda la tarde, quiso unirse a la ofensiva. Primero repartiendo cartulinas a diestro y siniestro cuyas consecuencias se posponen a la próxima jornada –Insa, Aspas y Lago deberán cumplir ciclo-. Después, regalando un penalti al que bien podría dedicársele un programa entero de Cuarto Milenio. No se había visto cosa igual desde el flagrante fuera de juego no pitado a Jordi Alba en el Camp Nou. Barkero hizo justicia poética y marró una pena máxima que no castigó al Celta en el electrónico, pero sí psicológicamente. A los olívicos les entró el miedo y perdieron la serenidad mostrada durante todo el primer acto. Quemaba el balón en los pies y el tiempo corría despacio. Sólo Krohn-Dehli y Madinda, que visto su nivel cuesta entender por qué Herrera no le dio más oportunidades, pusieron algo de cordura. El escaso convencimiento levantinista y la capacidad de sufrimiento céltica permitieron finalmente amarrar 3 puntos de oro.
   
La vida ha cambiado en apenas muy poco tiempo. Ese cielo gris y cubierto de nubarrones empieza a adquirir un tono celeste. Tanto que un pinchazo del Granada en Cornellà puede sacar a los vigueses del descenso después de muchas jornadas. El Zaragoza tumbó al Mallorca y permite al Celta superar a unos y otros. Sin embargo, nada está hecho todavía. El Athletic aguarda a la vuelta de la esquina para abofetear el ilusionado rostro del celtista. Un celtista que se vio muerto y ahora ya respira. Un celtista que, pese a verlo todo perdido, mantuvo la fe y por fin empieza a encontrar la luz.

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