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Foto: Manuel Marras (La Voz de Galicia) |
- Uno: Ya es lo habitual y no extraña que ocurra, desde el momento en que se asume que este tipo de encuentros requieren amplios despliegues policiales, escolta de autobuses y demás precauciones. Esta necesidad resulta incomprensible si nos paramos a pensar que hablamos de una competición deportiva entre dos equipos rivales, sí, pero que, además, son de la misma comunidad autónoma, con mucho en común también (¿Nos suena el derbi vasco? Me temo que no).
- Dos: Porque los jugadores del Celta robaron protagonismo a esos aficionados -de ambos conjuntos- que normalmente se encargan de empañar el espectáculo. Primero fue el lesionado Hugo Mallo, que convirtió lo que hubiera sido elogiable -viajar con los seguidores vigueses como uno más- en despropósito al posar con una imagen que se burlaba de la situación económica del club rival, así como del gran número de portugueses que militan en sus filas; probablemente, no fue consciente de lo que suponía -así lo ha explicado-, lo cual también es un problema. Y, ya sobre el terreno de juego, Iago Aspas, que condenó al equipo al fracaso autoexpulsándose con un cabezazo para el que es imposible encontrar justificación. Es el mismo futbolista que, por ejemplo, negó el saludo a Santi Mina, un chaval de 17 años que debutaba en Primera, por el cabreo que cogió al verse sustituido por su compañero (no se produjeron unas disculpas públicas que sí ha habido esta vez, con una sanción en juego). Y el mismo que nos salvó de bajar a Segunda B -¿y de desaparecer?- y al que le debemos en gran medida jugar esta temporada en Primera, tampoco lo olvido.
Como decía, ambos han pedido disculpas. Pero para algunos aficionados no eran necesarias, porque esta conducta de los jugadores les parece elogiable y los convierte en más ídolos (autocrítica cero, no ven motivo). En este caso, más Hugo Mallo, pero solo porque lo de Aspas fue poner la victoria en bandeja al oponente y, claro, eso ya es lo que más duele. Presumimos de tener canteranos que son gente de la casa, que son como unos aficionados más y que sienten los colores. Y es cierto, para lo bueno y también para lo malo. El problema está en qué significa y qué conlleva eso de ser "uno más". No todos nos sentimos identificados con ciertas cosas. Y no por simpatía al eterno rival, precisamente. Está bien el pique, querer ganarles, incluso no desearles ningún bien, pero con los límites del respeto y, en el caso de los jugadores, también del saber estar (estas otras imágenes de Hugo hablan por sí solas, por mucho que sea criticable que el medio de comunicación en cuestión haya ido a pillarle).
Hay quien aprovecha esto para poner por encima al Deportivo (que ellos tienen "más clase dentro y fuera del campo", he llegado a leer asombrada). Se engañan a sí mismos. Ayer en Riazor había una pancarta bien visible que decía "Vigo no", en los incidentes también participaron los blanquiazules (además de los insultos que, al parecer, profirió Riki a la afición celeste) y hemos conocido unas fotografías en las que se aprecia cómo existiría una agresión de Marchena previa a la de Aspas (sin que esto justifique la acción del de Moaña) que, al igual que la patada anterior al cabezazo, no se sanciona; todo esto no se no se puede obviar. Si un día tienen en su primer equipo canteranos que reflejen el fanatismo que también hay en sus aficionados, no creo que su actitud diste tanto de la de un Iago Aspas o un Hugo Mallo ayer. Lógicamente, eso va en las personas -en su educación, su consciencia de lo que representan, en su madurez- y por eso también tenemos a un Borja Oubiña y, aunque no sean canteranos, a un Mario Bermejo -al que muchos han criticado por decir unas cuantas verdades con todas las letras- o a un Valerón en el otro lado. Pero no es lo que predomina.
Yo vuelvo a insistir. Mientras haya que considerar normal y necesario (que lo es) un despliegue policial como los de estos eventos para un partido de fútbol, continuaremos teniendo un problema. Seguirá habiendo unas aficiones de jóvenes que maman el odio -que no la simple antipatía entendible- a otro equipo, a otra ciudad y a todo lo que tenga que ver con ella. Y de esa afición joven pueden formar parte futuros futbolistas que nos ofrecerán momentos muy buenos, pero también espectáculos bochornosos.
@miriamvf
@miriamvf
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