El Celta saltó al césped del Sadar vestido con un traje que no le sienta nada bien. Se fajó en una batalla cuerpo a cuerpo en la que llevaba todas las de perder. No solo eso, sino que se mimetizó con su rival, como si fuese capaz de transformarse y ser mejor que alguien que lleva haciendo eso mismo toda la vida. Ya lo dijo Mendilibar al final del partido, cuando fue preguntado por el Celta: "Si no estás acostumbrado a hacer una cosa, te cuesta".
El técnico rojillo fue el primer sorprendido cuando vio a Cabral ejerciendo como catalizador del juego en el centro del campo. El Celta perdió su personalidad con el argentino, renunció a las posesiones largas que le caracterizan y se abrazó al balonazo sin pudor alguna. En esa batalla, Osasuna llevaba todas las de perder. Allí, Oier, un futbolista que ha crecido de una manera extraordinaria, era el líder de todas las batallas. El ex jugador del Celta puede con todo y se adapta a cualquier demarcación, por extraña que esta le resulta. Ni la sangre le quita el aliento.
Y a este Celta le falta un jugador como Oier. En cada batalla, los rojillos ponían un punto más. Los balones divididos eran balones perdidos porque nos ganaron en intensidad. De eso no tiene culpa Herrera, aunque debe vigilar esa cierta desidia en alguno de sus futbolistas, pero debe resultar complicado convencer a un futbolista de que debe hacer todo lo contrario de lo que predicas. Al Celta no se le reprocharon ciertas derrotas cuando el juego que se practicaba era poco efectivo. Ahora, las derrotas siguen llegando y ni tan siquiera nos queda el consuelo de tener un cadáver bonito.
Este partido debería servir de aprendizaje para todos. A Paco Herrera para que deje de hacer experimentos con gaseosa, que ponga a los jugadores en su sitio y que mantenga la personalidad de su equipo, y a los futbolistas para que sepan que si quieren seguir en Primera tienen que poner algo más en el campo que el toque o la sutileza. La testosterona también garantiza permanencias. Hay tiempo por delante y muchos puntos en juego, pero sería bueno que alguien convenciese a la plantilla de que no somos tan malos como para salir con miedo al campo de un equipo en puestos de descenso. No son mejores que nosotros. Desde luego, este disfraz no le sienta bien al Celta.
0 comments:
Publicar un comentario