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| JORGE ZAPATA |
Si a cualquier celtista le hubiesen preguntado a eso de las 22:00 horas del sábado noche si firmaba arañar un punto de la Rosaleda, posiblemente la gran mayoría de ellos hubieran respondido afirmativamente. No obstante, una vez visto el encuentro, más de uno se habrá marchado algo rabioso a la cama. Y es que tuvo el Celta la victoria ante un Málaga con la cabeza en otra cosa. Cabral y especialmente De Lucas, quien marró dos claras oportunidades de gol en el tramo final, tuvieron el triunfo en el epílogo del choque. Sus errores evitaron una victoria que hubiese supuesto un notable empujón para los celestes.
Pese a todo, visto lo visto esta temporada, no está el celtismo para despreciar un punto a domicilio, y menos ante un rival Champions como el Málaga. Principalmente porque el partido siguió el guión de muchas otras semanas. El Celta sucumbía ante un adversario que, sin realizar demasiados méritos, se había aprovechado de su falta de mordiente en ataque y de una debilidad puntual en defensa para ponerse por delante en el marcador. La ingenuidad celeste salía de nuevo a relucir y condenaba a un equipo que, como otras veces, no veía correspondido su juego en el electrónico.
En estas apareció Augusto para empatar el partido. Ese jugador que para algunos ya se ha ganado el apodo de “Disgusto Fernández” fue posiblemente uno de los futbolistas más destacados del encuentro. Casualmente, ubicado por primera vez en mucho tiempo en su demarcación natural –la banda-, el de Pergamino mejoró notablemente sus prestaciones, siendo junto a Iago Aspas el futbolista más destacado de la franja ofensiva celeste. Herrera debería sacar conclusiones de ello.
Bien es cierto que al final el punto puede saber a poco tras las oportunidades marradas, pero conviene recordar que tuvo que aparecer Varas en los minutos finales para conservar el empate con una gran intervención. Un empate que impide al Celta entrar en descenso esta jornada y que debe suponer un punto de inflexión en los partidos a domicilio, la gran asignatura pendiente para los de Herrera. Vencer el próximo sábado a la Real Sociedad en Balaídos ayudaría todavía más a valorar un punto trabajado, muy valioso y del que se deben extraer dos conclusiones. La primera, que el Celta sólo sabe jugar de una manera, tanto fuera como en casa, y es buscando la portería contraria. La segunda, que hace falta incorporar gol a un equipo que se trae de la Rosaleda un resultado de oro, pero que pudo ser más con una mayor dosis de instinto asesino.
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