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| XOAN CARLOS GIL |
Hacía tiempo que Balaídos no personificaba tanto su capacidad de odio. Hacía tiempo que una sola persona no levantaba tal grado de indignación en las gradas. Hacía tiempo que los cánticos hirientes no surgían de forma tan espontánea. Hacia tiempo que los insultos no sobrepasaban en intensidad a los cánticos de ánimo. El mérito fue de José Luis Paradas Romero, a la sazón árbitro del encuentro que ayer empataron Celta y Real Sociedad.
Tras una primera mitad sin excesivo protagonismo, Paradas rompió la banza en la segunda. Empezó fuerte con la expulsión de Augusto y la grada ya no le perdonó una. Quisquilloso en sus señalizaciones, acabó de enfadar a la afición celeste cuando las amarillas que castigaron las manos locales no aparecieron en el momento de las manos visitantes. Y todo se desbocó cuando la tomó con el banquillo del Celta con saña. Entonces, los 18.136 espectadores presentes ayer en Balaídos dictaron su sentencia: culpable. Y yo de él no recurriría ante la televisión, porque saldría perdiendo.
La afición celeste no se olvida del lesionado Hugo Mallo. El marinense se rompió la rodilla en el encuentro de vuelta de Copa del Rey contra el Real Madrid y, desde entonces, Balaídos no había podido mostrarle su apoyo. Ayer lo hizo, de forma más o menos coordinada, en el minuto dos. El lateral ya sabe que, a pesar de que Jonny está rindiendo a gran nivel, nadie se olvida de él.
Quiere el celtismo que Park una a su exotismo la ansiada efectividad. Herrera se empeña en que el futbolista cedido por el Arsenal acaba por detapar por fin su faceta realizadora. Pero no acaba de hacerlo y la afición empieza a impacientarse. Desde Río Alto, se lo cantaron como aviso: 'Coreano mete un gol'.
El partido de ayer se inició con un minuto de silencio en memoria del ex jugador del Celta Ramón Blanco 'Monchito'. El extremo derecho pontevedrés se formó en la cantera viguesa y jugó en el primer equipo dos temporadas (1955/1957), con 15 partidos y dos goles.
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