El Celta se gana el respeto de Balaídos


CHAMPY
La relación de la grada de Balaídos con el equipo ha sido excepcional desde que la pasada temporada el conjunto de Paco Herrera consiguiera conectar de una forma especial con los aficionados. Cierto que hay sectores críticos durante los encuentros, es inevitable, pero al margen de estos pequeños grupúsculos la relación entre ambos colectivos era magnífica, lo que se ha traducido en los últimos tiempos en una notable mejoría del equipo cuando juega como local, auténtico lastre en los primeros años del equipo en la categoría de plata. 

Pero esta relación tan estrecha entre afición y equipo siempre pende de un hilo. Se trata de mantener un difícil equilibrio para evitar el aplauso fácil, que lleve a la relajación, y la exigencia exagerada que lleve a la ansiedad. Así se había mantenido, en perfecto equilibrio durante los últimos meses, pero ciertos detalles en las últimas jornadas parecían poner en jaque este equilibrio. Derrotas consecutivas, mal juego ante el Mallorca, la remontada del Rayo en Vallecas o el cambio de Iago Aspas parecían iniciar unas peligrosas hostilidades que podrían hacer daño al equipo. 

La crítica es necesaria, pero no durante el encuentro, ya que solo puede perjudicar al equipo. En los últimos tiempos la afición pareció entender este concepto, pero cabía la posibilidad de que se fuese olvidando. El equipo se encargó el pasado jueves de disipar las dudas con un partidazo colosal remontando un 2-0 en contra ante un buen Almería, y ayer, otra vez, levantó al público de sus asientos gracias a su gran partido. Tanto es así, que incluso el empate no alteró a la afición que se levantó nada más llegar al final del encuentro para aplaudir a los suyos en un gesto de agradecimiento digno de alabar. 

Balaídos mantiene su comunión con el equipo. Regaló una ovación atronadora a Iago Aspas cuando salió del terreno de juego, se emocionó con las genialidades de Krohn-Dehli, que completó un partido casi perfecto, aplaudió a todos los jugadores que abandonaron al terreno de juego y recibió con un rugido, audible en toda la ciudad, la entrada de Bermejo, uno de los futbolistas que más decibelios arranca de las gargantas celestes. Balaídos ya acepta el empate si es con buen fútbol. Balaídos le perdona todo a este Celta que se ha ganado a pulso su respeto. El respeto de una de las aficiones más exigentes de toda España. 

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