Hubo un tiempo, hace poco más de una década, en el que Celta y Mallorca se disputaban el cetro de la liga española. Eran tiempos en los que celestes y bermellones destacaban en el panorama nacional. El Mallorca, entrenado por Cúper, venía de ser finalista de Copa en 1998 y campeón de la Super Copa de España ese mismo verano ante el Barcelona, mientras que el Celta, que había cambiado a Irureta por Víctor Fernández en el banquillo, atravesaba una de sus mejores épocas de la historia, eliminando a Aston Villa y Liverpool de la UEFA, con una plantilla que asustaba y un juego que maravillaba.
Y cuando antes decíamos que se disputaban el cetro nacional no exagerábamos. El 16 de enero de 1999 visitaba el Mallorca el Estadio de Balaídos, en partido correspondiente a la jornada número 18 de la Liga y con el liderato en juego. Ni más ni menos. La Liga española vivía su época dorada, aquella en la que muchos equipos modestos se subían a las barbas de los grandes, pero incluso así, el mérito de que estos dos equipos se jugasen ser líderes a esas alturas de la competición no era un asunto baladí.
Se enfrentaban además dos estilos futbolísticos totalmente opuestos. El preciosismo del Celta de Víctor Fernández, que apostaba por la combinación y el toque para llegar a la meta contraria, se medía al pragmatismo del Mallorca de Héctor Cúper, que tras una gran temporada anterior había visto como su equipo era desmantelado sin que ello afectase lo más mínimo a los resultados. El día amenció y anocheció terriblemente lluvioso, lo que añadía una nota aún mayor de épica al choque.
El Celta formó con Dutruel, Salgado, Cáceres, Djorovic, Berges, Karpin, Mazinho, Makelele, Mostovoi, Sánchez y Penev. En la segunda parte también entraría Tomás Hervás y Revivo. Por su parte, el conjunto balear presentó la siguiente alineación en Balaídos: Roa, Olaizola, Marcelino, Siviero, Soler, Lauren, Soler, Ibagaza, Stankovic, Chupa López y Biagini. Entraron en la segunda mitad Paunovic y Carlitos.
El partido comenzó, como era previsto, de forma apasionante. Sería el Mallorca el primer en adelantarse con tanto del "Chupa" López a los 22 minutos, pero la respuesta del Celta fue inmediata, empatando cuatro minutos después con un tanto de Karpin. La lluvia arreciaba pero no enturbiaba el espectáculo, y la segunda mitad prometía emociones aún más fuertes. Biagini puso al Mallorca en ventaja (1-2) a los seis minutos de la reanudación, y fue ese gol el que empujó al Celta definitivamente.
El tanto de Biagini fue el impulso que necesitaba el Celta para poner su máquina en funcionamiento. Los de Víctor Fernández dieron un recital bajo la lluvia que le haría remontar el partido, primero con un gol de Karpin que ponía el empate. Un golazo de volea para asustar al rival. Durante casi media hora lo intentó el Celta, llegando una y otra vez. El gol se resistía, pero entonces apareció Goran Djorovic para cazar un rechace en el área y poner el 3-2 en el marcador. Locura en Balaídos, que iría en aumento cuando Haim Revivo puso al borde del descuento el 4-2 con un brillante lanzamiento de libre directo. Golazo y victoria antológica. Aquel día nos sentimos los mejores. Y seguramente lo éramos.
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