Pudo ser peor. Visto el derbi disputado en el municipal de
Balaídos entre Celta y Deportivo, el aficionado local tiene más motivos para la
alegría que el deportivista. Después de una primera parte en la que los
celestes fueron inferiores a su rival y tras un segundo tiempo que disputaron
con diez prácticamente desde su inicio, el empate puede considerarse un mal
menor. No así para el hincha coruñés, quien disfrutó de un buen Deportivo en el
primer acto y vio como, pese a estar en inferioridad, pecó de escasa ambición
en el segundo. Buen derbi en líneas generales que deslució la actuación de
Undiano Mallenco, quien adoleció de algo vital para el correcto ejercicio del
arbitraje: criterio.
El choque comenzó
de forma inmejorable para el Celta. Bermejo abrió la lata nada más empezar
después de que Aspas encontrase una grieta en la defensa herculina. El empuje
posterior de los vigueses apenas duró unos minutos más. En lugar de dominar al
adversario y ejercer la condición de
anfitrión, los de Herrera se echaron atrás fiando su juego al contraataque.
Error. El Deportivo se sintió cómodo y pasó a dominar el encuentro. Valerón
sacó la varita y sirvió en bandeja el empate a Juan Domínguez.
El Celta pareció
aprender y se echó arriba en los instantes previos y posteriores al intermedio.
No obstante, la expulsión de Cabral torció el guión del partido. Una roja en
cierto modo comprensible: la primera cartulina, pese a ser un tanto rigurosa,
puede considerarse como tal, y la segunda tarjeta es clara. Sin embargo, pierde
todo el sentido si se compara con lo ocurrido en el primer tiempo, cuando
Undiano Mallenco perdonó la roja a Ze Castro tras cortar un contraataque
conducido por Aspas. Doble rasero del colegiado navarro que perjudicó al Celta.
En cambio, pese a
jugar en inferioridad, los celestes mostraron una mejor cara que en igualdad
numérica. El Deportivo apostó por sestear, confiado en que tarde o temprano
llegaría el gol. El Celta prefirió la heroica. La tuvo Aspas en una bellísima
jugada que tejieron Augusto Fernández y Hugo Mallo –posiblemente el mejor
celeste sobre el campo- y que el de Moaña envió fuera por milímetros. Fue la
oportunidad del Celta, pero se desaprovechó.
Después, los de
Herrera supieron sufrir ante un Deportivo que achuchó pero no asustó. La
crítica blanquiazul debería ser dura con los de Oltra, quienes tuvieron el
partido en su mano y fueron incapaces de aprovecharlo. En Vigo, toca pensar que pudo ser peor y que, dentro de la decepción
que supone no ganar al eterno rival cuando las condiciones parecían las
propicias, el resultado es un mal menor.
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