No es la primera vez que Paco Herrera insiste en el tema. “Debemos
mejorar en las dos áreas”, ha repetido en varias ocasiones el técnico catalán.
Y tiene razón. En Granada, una vez más y ya van cinco, el Celta fue superior a
su adversario. Como ante Málaga y Valencia, eso no fue suficiente. Los vigueses
volvieron de vacío pese a ser mejores, lastrados de nuevo por los errores defensivos
y la falta de puntería. Llegada y media de los nazarís a las inmediaciones de
Varas y un bagaje de dos goles en contra. Diecinueve disparos celestes sobre el
marco de Toño y un solo gol. La conclusión es sencilla: el Celta no carbura en
las dos áreas.
Porque fútbol tiene
de sobra. Volvió a demostrar otra vez que no le asusta ni el escenario ni el
rival. Se esperaba un estadio encendido y un contrincante aguerrido, pero el Celta
consiguió silenciar a la grada y someter al Granada. Comenzó bien, con
decisión, agarrado a un Iago Aspas que cada día que pasa parece mejor jugador.
Pero un penalti absurdo de Bellvís y una torrija de Hugo Mallo y Andrés Túñez
pusieron el partido cuesta arriba. El gol de Aspas sería el preludio de un
control total y absoluto del Celta que se prolongaría hasta el final del
encuentro. Pocas, escasas aproximaciones hubo de los locales hasta el final,
quienes vivieron en su área gran parte del partido. El Celta merecía más, por
juego y por ocasiones, pero el marcador no se movería. El carrusel de errores
en la definición fue la explicación. Otra vez.
Están los célticos
pagando la novatada en este inicio de curso. Por fútbol, 15 de los 18 puntos
jugados podrían estar en el casillero celeste. Sólo la Real Sociedad ajustició
con merecimiento a los de Herrera, un equipo joven e inexperto en la categoría,
con un fútbol de alto nivel, pero unos errores impropios de la Primera
División. No encuentran los vigueses premió a su buen juego, pero no deben
excusarlo siempre en la suerte. La falta de definición en ataque y sobre todo
los errores de una línea defensiva con varios de sus componentes a un bajo
nivel está resultando una carga demasiado pesada. No puede ser que se necesiten
más de media docena de oportunidades para convertir un gol. Tampoco que cada
partido obligue a anotar dos o tres dianas para poder rascar algo.
La buena noticia es que los problemas del
equipo tienen posibilidad de mejora. Es muy difícil sacar fútbol de donde no lo
hay. El Celta es capaz de generar oportunidades, de dominar a su rival y
acercarse con peligro al marco contrario. Le falta mejorar la definición. Lo
del otro área ya es algo más preocupante. Sólo Cabral ha rendido al nivel que
se le presupone en este inicio. Túñez y especialmente Hugo Mallo y Roberto Lago
pueden dar más de sí. Este último ya recibió un tirón de orejas al ser relevado
en el once por un Bellvís que erró gravemente en el penalti cometido, pero al
que no volvieron a causarle peligro por su costado durante el resto del
encuentro. Quizás el joven lateral de Marín necesite un estímulo similar, y
Jonny ya ha demostrado estar lo suficientemente preparado como para sustituirle.
Lo que sí parece
claro es que este Celta merece un voto de confianza. El fútbol termina por
colocar a cada quien en su sitio. Solamente han transcurrido cinco jornadas y
el balompié ya le ha quitado a los vigueses más de lo que les ha dado. Anquela,
técnico del Granada, afirmaba que ante el Celta su equipo había recibido puntos
que merecieron en el pasado. A los de Paco Herrera les queda eso, mejorar en
las dos áreas y esperar por unos buenos resultados que tarde o temprano
llegarán. El modelo es incuestionable. Paciencia.
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