La pócima de la eterna juventud


ÓSCAR VÁZQUEZ
La llegada de Mario Bermejo al Celta ha sido una bendición para el conjunto de Paco Herrera. Desde su aterrizaje en Balaídos, la mejoría del conjunto celeste a todos los niveles es innegable. No solo en el campo, ya que el cántabro aporta toda su experiencia en el vestuario por su carácter. Su liderazgo le ha convertido en uno de los capitanes del equipo a pesar de llevar poco más de 12 meses en el vestuario céltico. 

Herrera le sometió el año pasado a un duro examen. Goleador legendario durante años, el técnico catalán le pidió más trabajo que goles. Retrasó su posición a la mediapunta y dejó que los focos apuntaran a la figura de Iago Aspas. Él no protestó, trabajó duro para el equipo, aún cuando ello suponía una rebaja clara en sus cifras goleadoras. Se sacrificó en pos del bien común y acabó convirtiéndose en uno de los jugadores más importantes del equipo. Vital en muchas fases del campeonato. 

El ascenso a Primera División parecía limitar las opciones del cántabro. Los fichajes en la zona ofensiva le dejaban sin mucho hueco, especialmente la llegada de Park, que ocuparía la posición de delantero o segundo delantero, siempre por delante de Bermejo. Pero el cántabro no se rindió nunca. Su actitud es muy positiva. Anima a los jugadores cuando está fuera del campo lo que demuestra su apoyo incondicional a sus compañeros más allá de su importancia dentro del equipo. Y cuando sale, siempre da lo mejor de sí mismo. Lo mejor que tiene, que no es poco. 

Bermejo espera paciente sus oportunidades, sale al campo y termina siendo decisivo. La afición lo adora porque no puede hacer otra cosa. Es un sentimiento imposible de controlar. Cada vez que el cántabro salta al campo ruge Balaídos. ¿Qué otra cosa se puede hacer? ¿Cómo controlar esas ganas de gritar cuando se acerca a la banda para entrar al campo? Una carga de adrenalina recorre nuestro cuerpo cuando Bermejo salta al césped, cuando celebra un gol, cuando pelea un balón por alto, cuando da un pase decisivo, cuando acude al lugar adecuado para empujar el balón a la red. ¿Podemos pedir algo más? Sí, la pócima de la eterna juventud para Bermejo. Eso sería perfecto. 

0 comments:

Publicar un comentario