La timidez ferrolana


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Siempre he sentido una especial debilidad por Álex López. Desde el día de su debut en Balaídos –su primer partido oficial con el Celta fue en la fiesta del ascenso de la Real Sociedad en Anoeta-, vi en el él a un jugador distinto. Ha sido la gran apuesta de Paco Herrera en estas tres temporadas que lleva como técnico celeste, el único futbolista al que ha rescatado del filial y ha convertido en pieza clave del equipo. Algo debió de ver en él el entrenador catalán para confiar tan ciegamente desde el primer día, algo debió encandilarle para que lo convirtiese en el timón de su equipo.
   
Y es que el ferrolano es un manojo de virtudes, especialmente en el plano ofensivo. Bien dotado técnicamente, con criterio con el esférico y una gran capacidad para adueñarse del tempo del partido. Acompañado por Oubiña, su mejor guardaespaldas, maneja el caudal ofensivo de un Celta que apuesta por dominar los partidos a través de la pelota. Visión de juego y buen disparo son otras de las características de un futbolista polivalente, capaz de actuar en diversas demarcaciones de la medular. Además, es generoso en el esfuerzo defensivo, lo que lo convierte en un hombre imprescindible. Como ha dicho Herrera en más de una ocasión, se trata de una joya que difícilmente se va a poder retener en el corto o medio plazo.
   
La anterior afirmación, extensible también a Iago Aspas, convierte al ferrolano en uno de los activos más importantes de la entidad, en uno de los futbolistas a seguir dentro del conjunto vigués. Ambos son, sin duda alguna, los dos canteranos de los que más se espera en este año del retorno a Primera. Pero a diferencia del moañés, quien ha comenzado la temporada como un tiro y ha dado ese salto cualitativo que exige la categoría en apenas unas semanas, parece que a Álex López le está costando un poco más.
   
Aunque ofreciendo un nivel más que óptimo, da la sensación de que todavía le faltan cosas por enseñar. En estos cinco partidos, se ha visto a un Álex López más tímido, agarrotado, con una falta de soltura que el curso pasado no mostraba. Le está costando adaptarse a la categoría más que a su compañero, fruto quizás de una personalidad antagónica: volcánica y plena de desparpajo en el caso del de Moaña, y serena y pausada en el caso del de Ferrol.
   
Es pronto todavía y no me cabe ninguna duda de que Álex López terminará por explotar. Condiciones tiene de sobra para marcar diferencias en Primera División y a buen seguro que lo hará en un futuro no muy lejano. Sólo falta que abandone esta timidez que no le está permitiendo mostrar todo lo que puede dar, esa timidez que distingue a los buenos jugadores de los superclase. Y Álex López, de verdad lo creo, lleva dentro a un superclase. Hay que dejarlo salir.
   

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