El sabor de la victoria


ALBERTO LIJÓ 
Han tenido que pasar 1.900 días para que Balaídos reviviese una victoria en Primera División. Victoria dulce además, porque la última no lo fue. Con el Getafe como rival y con goles de Bamogo y Lequi, el Celta de Hristo Stoichkov remontaba el 0-1 inicial para soñar con una permanencia que no llegó porque el Racing jugó ante el Betis con los juveniles (se paró el partido para homenajear a Pablo Alfaro) y el Levante jugó con Descarga ante el Athletic. De nada valió aquella victoria que para muchos no lo fue. Nos fuimos a Segunda cogidos de la mano, y poco a poco algunas de esas manos se irían soltando hasta quedarnos los que nos quedamos. 

Pero hemos vuelto y Balaídos ha revivido una victoria en Primera, sin condiciones ni condicionantes que la estropeasen. Una victoria con todas las letras porque además se logró mereciéndolo y dando un bonito espectáculo a los que allí estábamos presentes. Regresó el 4-2-3-1 y Mario Bermejo al once inicial, regresó la sensación de superioridad sobre los rivales que ya tuvimos en muchos partidos de la pasada temporada. Regresaron los goles de Iago Aspas, los goles a la contra al borde del descuento para sentenciar los partidos y la sensación de que nuestro portero es un mero espectador. Regresaron sensaciones que vivíamos el año pasado ante equipos como el Guadalajara, el Alcoyano o similares, pero esta vez era ante Osasuna y en Primera División. Matiz importante. 

Este equipo, que ya demostró en la primera jornada ser de Primera, volvió a dejar una imagen impecable ante Osasuna, recuperándonos de un mal partido en Anoeta, donde el Celta estuvo muy justo a todos los niveles. Osasuna es uno de los rivales de nuestra liga, uno de los equipos a los que hay que ganar para evitar sufrimientos en las últimas jornadas. Y se hizo, se ganó. Lo que la semana pasada era pesimismo parece que se va transformando en otra cosa. Ya no llueve tanto y ganamos en Balaídos. ¿Se puede pedir más? ¿A qué sabe bien? 

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