Cuando Granada se ganó a pulso ser el nuevo Betis


MIGUEL ANGEL MOLINA

El ocho de junio de 2011 se celebraba el partido de ida en Balaídos de las semifinales de play-off entre Celta y Granada. A pesar del evidente resquemor ya que los nazarís habían obrado dejándose empatar en la última jornada, buscando una supuesta eliminatoria más sencilla con el Celta, el encuentro había sido tranquilo. La afición granadina fue tratada con respeto, su equipo igual y los ánimos eran sosegados. Pero algunos se encargaron de lo contrario.

Al llegar a Granada, la factoría Quique Pina-Fabri comenzó a trabajar. Primero calentando a su afición con la imagen de la cara de su portero Roberto, afectada por un involuntario golpe con Iago Aspas en un balón dividido, en la web oficial del club. Después enviando tan sólo 300 entradas a la afición del Celta. Y por último repartiendo pasquines con la cara de Iago y un “se busca”.

Esos trescientos valientes sufrieron vejaciones de todo tipo. La policía ni se acordó de ellos, teniendo que ir al estadio con poco más que una pareja del cuerpo local. Insultos y canalladas varias tuvieron que soportar. El equipo no sufrió menos. En el aeropuerto Iago fue insultado por aficionados granadinos con el famoso pasquín. Pero lo peor fue al llegar a Los Cármenes.

En medio de miles de aficionados y la seguridad desbordada, el autobús se quedaba a la puerta del estadio al supuestamente no abrir la verja. Un paripé del club haciendo un teatro. Su objetivo conseguido: autocar apedreado. En el campo los no convocados tuvieron que ver el partido con la prensa al no facilitarles sitio en el palco. Los empleados del Celta que viajaron con el equipo no recordaban algo igual.

Tras el partido, Paco Herrera fue muy claro en su rueda de prensa: “Espero no tengan que volver a utilizar las artimañas que he visto hoy”. Meses después en la primera eliminatoria de Copa con equipos de Primera, gente del club deseaba enfrentarse al Granada. Hasta ese punto había llegado. En aquellos trescientos valientes, los calificativos no eran mejores.

El partido no ayudó a mejorar el ambiente, con un árbitro señalando hasta dos penaltis en contra, comiéndose varios a favor del Celta. Expulsando a Lago por unas manos inexistentes y a Iago por hacer un gesto que a Raúl en el Nou Camp se le había ensalzado.

Para añadir más picante, ahora el Granada cuenta con varias nombres en sus filas que ayudan a aumentar la calentura. Iriney, y su salida en falso tras el descenso del Celta. Roberto, canterano celeste que se prestó al paripé de Pina y Fabri. Fran Rico, pretendido por el Celta y que menospreció al club vigués para irse al Real Madrid. Y ahora Orellana, al que comienzan a salirles críticas por su verano jugando a dos cartas.

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