¡Por mí y por todos mis compañeros!


Foto: Jorge Landín


Tras cinco años de larga espera ya estamos aquí. Todo el pesimismo, el mal fario, la mala suerte y la maldita Segunda División se han ido al garete. Al menos de momento. Hemos tardado lo suyo, pero ya estamos aquí. Y aunque dentro de unos meses todo esto se habrá olvidado para volver al trabajo y con él a las nuevas críticas, quebraderos de cabeza y disgustos (y es que el fútbol nunca se detiene) ahora nos merecemos disfrutar de esto el tiempo suficiente. Porque tras cinco años hay que soltar toda la adrenalina y todo el sufrimiento hacia fuera. Que los demonios queden bien lejos y (toquemos madera) que no vuelvan nunca más. El Celta es de Primera y con él Vigo y con él la madre que nos parió a todos los que sufrimos esta larga travesía. ¡Gritémoslo bien alto!

Así que este post está dedicado a hacer memoria, a hacer mi dedicatoria personal a todos aquellos que sufrieron junto a mi este viaje por muchos indeseado pero que tantos otros aceptamos resignados y con valor para vivir lo que vivimos ayer. Porque sí, ayer había más de 30.000 almas en Balaídos y otras tantas miles en Plaza América y alrededores, pero como bien dijo nuestro eterno capitán Borja Oubiña los que más disfrutamos, probablemente, fuimos esos7000 u 8000 que nunca cesamos en nuestro empeño porque el Celta retornase a Primera. Cuando el árbitro pitó el final ayer me acordé de todos y cada uno de ellos, de los que tengo más cercanos en mi grada y de todos aquellos que tiñeron el abundante cemento de celeste. A todos ellos les dediqué la mejor de mis sonrisas y el mejor de mis abrazos.

Juntos vivimos a los Saulo, Arthuro, Zanev, Vara, Stoichkov, Pepe Murcia, López Caro y demás artistas del balompié que nos deleitaron con sus despropósitos domingo sí y domingo también. Fuimos abonados a la tristeza,nos llevamos palos más gordos que nunca y aguantamos estoicamente el chaparrón.Vimos como el equipo se precipitaba a la Segunda B y cómo irrumpía un diablillo de nombre Iago Aspas (gracias a la valentía de un Eusebio Sacristán a quien le debemos mucho y de quien también hay que acordarse en estas dedicatorias) para rescatarnos como si de un Superman futbolístico se tratase. Y aunque aquel día se vivió una euforia desmesurada ante un campo casi lleno, fuimos nosotros los que a la temporada siguiente, en el primer partido, volvíamos a estar ahí. Cantando como podíamos, gritando como debíamos y viendo partidos que ni siquiera merecen esa misma calificación. Va por todos ellos.

Por mi padre, mi hermano y mi compañero de batallas, el gran Kike, junto a los que viví pegado estos años en Balaídos y a los que busqué primero para abrazarme cuando acabó el partido. Por ellos más que por ninguno porque con ellos discutí, canté y celebré los goles de los De Lucas, David, Orellana, Aspas y compañía. Y con ellos seguiré el camino de Primera, no sabemos si más placentero o no, pero sin duda de mucho más prestigio. Por mi amigo Gus Agulla, quien junto a Marci Varela me dio la gran sorpresa de formar una radio exclusiva del Celta y alegrarme el ochenta por ciento de la semana junto a todos sus colaboradores. Por Marcos, su Moiceleste y todos sus colaboradores por darme la oportunidad de que todos me leáis y que podamos hablar de lo que más nos importa, nuestro Celtiña. Va por todos ellos también.

Por Pino Zamorano y Arcediano Monescillo, por Santo Domingo y El Toralín, por todas esas difíciles plazas y difíciles toreros que tanta salsa le han dado a estos cinco años. Por todos ellos también va. Así como por Michu, Trashorras, Murillo y Falcón y todos aquellos que el año pasado vieron cómo un penalti nos alejaba del sueño y lloraron o simplemente callaron por no tener palabras para describir tal impotencia. Por todos ellos y por aquellos que prometieron que volveríamos, no solo porque tenían razón, si no porque fueronlos más valientes. Por Míster Paco y su troupe, por Gudelj y sus oposiciones a delegado y sobre todo por el presi Mouriño, a quien critiqué en su momento más que nadie pero que con trabajo y silencio se ha empeñado en callarme la boca y emocionarme con su gesto sufrido. Cómo no, va por ellos también.

Pero sobre todo y por encima de todas las cosas va por las dos personas que me enseñaron a querer a este Celta, que vivieron las mil y una batallas juntos y que por encima de todo quisieron a nuestro equipo en Primera. Porque cuando yo era un crío siempre veía nuestro escudo a cada esquina y siempre escuchaba la Rianxeira y el Miudiño a cada momento. Con ellos viajé a Sevilla, con ellos vi la UEFA y la Champions, con ellos vi tantos y tantos goles y tantas y tantas desgracias deportivas…Y antes del partido contra el Córdoba, en mi visita habitual, me abrazaba a mi abuelo como buscando la suerte necesaria para que nada se truncase. Y él me decía, confiado, que “esto ya está pactado hombre, yo creo que vamos a empatar”. Sí, a mis abuelos, que ya no pueden ir a Balaídos, es a quien más ganas tengo de dedicarles este momento. Porque nadie entiende como ellos el celtismo y gracias a ellos estoy escribiendo esto. ¡A Primera abuelos, por fin, a Primera!

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