"Barça, Madrid, el Celta ya está aquí"


Foto: José Lores
La fuente de Plaza América volvió a convertirse ayer –una década después del último ascenso rubricado en Balaídos– en el broche de una noche para la historia. Decenas de miles de aficionados celestes se dieron cita en Traviesas por la tarde para festejar la conquista de la máxima categoría. Al grito de "¡Barça, Madrid, el Celta ya está aquí!", "¡Adiós a segunda división, adiós!" y la incombustible Rianxeira, cien veces coreada en Balaídos y las calles de la ciudad, los incondicionales del club olívico tomaron el entorno de Camelias para celebrar uno de los sueños más ansiados de Vigo: ver de nuevo a su club batallando en la élite del fútbol español.

La fiesta en Plaza América empezó a fraguarse a las siete de la tarde, mucho antes incluso de que finalizase el encuentro con el Córdoba. Seguidores celestes tomaron como una marea la plaza hasta que, a las nueve y cuarto, con el ascenso ya en el bolsillo, la Puerta del Atlántico pasó a rivalizar con Balaídos como foco de atención. La alegría que rebosaba el estadio contagió a los aficionados de Puerta del Atlántico, que henchidos de una pasión y orgullo imposibles de controlar, se lanzaron a la fuente. 

De poco sirvió la exortación del Concello días antes para que los aficionados no entrasen en la fontana. Presas de una emoción ardiente y la necesidad de un baño ritual que hacía años que se resistía, decenas de aficionados se lanzaron a chapotear en la Puerta del Atlántico. Mientras a apenas un kilómetro de distancia los jugadores del Celta reían, lloraban, danzaban y corrían sobre el cesped de Balaídos, la afición asediaba Plaza América. En menos de media hora las siete avenidas que se anudan en Camelias se convirtieron en un hervidero. El azul celeste dominó a su antojo Travesía con permiso del rojo eléctrico que arrojaba alguna bengala ocasional.

El sentimiento que embargaba entonces a la ciudad lo captó a la perfección Borja Oubiña en el campo. "Se ha recuperado la comunión con el celtismo". Poco después otro de los grandes de la historia del club, Vlado Gudelj, corroboraba que esa emoción, motor del fútbol, "ha despertado" en Vigo. Porque precisamente si algo se reanimó ayer en las gradas de Balaídos y las cafeterías y calles de la ciudad fue un celtismo rejuvenecido. Y lo hizo sobre los cimientos de un club del que todos reseñan su unidad y acento gallego.

Finalizada la fiesta en Balaídos jugadores, equipo técnico y famialiares se reunieron en el museo del Celta para celebrar un cátering. A continuación se subieron a dos autobuses y recorrieron los escasos 1.000 metros que distan hasta Plaza América. Fue el momento grande. El esperado. La afición estalló de alegría mientras los jugadores, entre cánticos y víctores, hacían partícipe a la afición de la gesta. La única anécdota la protagonizó Bustos, al tropezar en el palco al que se subieron los futbolistas para dirigirse al público. La fiesta continuará esta tarde con un paseo por la ciudad. La celebración fue posible ayer gracias a un amplio despliegue policial, con más de 300 efectivos de seguridad y una programación perfectamente coordinada. En total, colaboraron 300 agentes y 40 voluntarios de Protección Civil además de los voluntarios del Concello y El Olivo.

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