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Foto: Ricardo Grobas |
Lo que le faltaba a Álex López. Si durante sus dos temporadas en el primer equipo ha demostrado ser un todacampista capaz de jugar en varias posiciones, tanto en el mediocentro, como de mediapunta o incluso de interior si la ocasión lo requería, ayer volvió a dar otra demostración de polivalencia, o mejor dicho, de su capacidad de adaptación, de su casta y de su coraje. Sucedió cuando Aspas tuvo que abandonar el terreno de juego por lesión. Herrera había retirado a Bermejo tras la expulsión de Sergio, y David Rodríguez observaba el partido desde uno de los palcos Vip del estadio. No había muchas soluciones.
El técnico catalán decidió dar entrada a Natxo Insa para reforzar el centro del campo y adelantó la posición de Álex López, que se quedó como referencia en la punta del ataque. El ferrolano tuvo que pelear los balones por alto que enviaba Yoel, aguantar el balón a la que espera de que sus compañeros adelantaran posiciones, trazar desmarques para los centrocampistas... y marcar, porque esa es la misión principal de un delantero. Y cumplió. Un cuarto de hora como delantero y un gol, pocos arietes podrán presumir de tal marca. Demostrando además que tiene disparo desde lejos del área, algo en lo que se ha prodigado poco este año, pero que le ha reportado dos goles en los últimos dos partidos disputados por el Celta.
Habrá que sacarse todos los sombreros del mundo ante tamaña demostración. La de un chico que vive por y para el fútbol, que se adapta a las circunstancias, que trabaja, que alienta a sus compañeros y que ha convertido su figura en uno de los referentes del celtismo. A Álex López se le queda enana la Segunda División y está peleando por llegar a la categoría que le corresponde a él y a muchos de sus compañeros. Ayer lo volvió a demostrar. A este chico, lo que le echen.
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